Horacio González Alemán

| Los impuestos no son la solución | -

Otra vez lo evidente: los impuestos no son la solución
Otra vez lo evidente: los impuestos no son la solución

No es nada nueva la idea de gravar los alimentos como solución a los problemas ligados a las enfermedades no transmisibles. Hace unos meses la propia OMS proponía gravar con un 20% las bebidas con altos niveles de azúcar y, más recientemente, un grupo de investigadores publicó en la revista Nature Climate Change un estudio en el que se propone gravar todos los alimentos (salvo frutas y hortalizas) sobre la base de su huella de carbono, de manera que así se reducirían los gases de efecto invernadero y se mejoraría la salud de los ciudadanos.

Nuestro país no queda al albur de estas veleidades, pero con un enfoque más de pie a tierra, menos sofisticado... Impera la necesidad pura y dura de obtener recursos -ya que nuestras autoridades no parecen ser proclives a reducir el déficit público-, junto con algún tic de tinte dogmático o populista.

Pero es lo que tiene los tiempos que nos toca vivir: debates superficiales, trabajar con la tripa en vez de con la cabeza, torcer la razón...

Quizás si nos planteáramos antes de lanzar el debate algunas cuestiones al efecto, la mesura traería las cosas a su sitio.

Por ejemplo: ¿Por qué gravar solo determinados productos? ¿Por qué unos sí y otros no y cuáles son los criterios de fondo sobre los que se basa esta propuesta? Todavía no he conseguido encontrar una respuesta satisfactoria a esta pregunta. Y todavía estoy esperando también a que alguien me aclare si se articulan sobre la base de necesidades de salud pública, el equilibrio presupuestario o cualquier otra razón mayor.

Segundo: ¿Por qué se recurre a los impuestos? ¿No hay otra forma menos agresiva de llegar a los objetivos de mejorar la salud del ciudadano? Yo creo que sí. Es más, el ciudadano está al límite cuando se habla de impuestos y Laffer tiene hoy más razón que nunca. Cuando ahora Bruselas se propone salir de la ortodoxia y habla de la necesidad de una política fiscal expansiva, aquí nosotros pensando en los impuestos sobre los alimentos. Ah, y otra cosa... con impuestos al consumo, no llegamos al objetivo del 2% de inflación que preconiza el BCE.

Tercero: lo injusto social y jurídicamente de la solución. Aparte de que se gravan productos de primera necesidad, la población con menos recursos es la que más acusa el golpe. ¿Qué pasa con aquellos que no son obesos y que, sin embargo, están obligados a pagar la tasa? ¿O es que vamos a tener que ir a comprar con un certificado del índice de masa corporal? Puede ser un estrambote, pero no olvidemos que la mayoría de la población española no es obesa y que todos comemos...

Cuarto: los niveles impositivos. ¿Por qué el 20% y no el 5 o el 35? ¿De dónde salen esas cifras? ¿Qué estudio avala un nivel u otro? Yo no los conozco y estaría bien que alguien los hiciera públicos para su contraste. Lo único que es cierto es que mientras mayor sea el nivel impositivo, más se desincentiva el consumo -justo lo que hoy está tirando de nuestra economía junto con el empleo- y no hay que ser precisamente premio Nobel de Economía para llegar a esta conclusión...

Quinto... ¿Y dónde va el dinero recaudado? Pocos son los casos en los que el impuesto se liga consecuentemente a la mejora de la salud de los ciudadanos, imperando la voracidad recaudatoria junto con el principio de "caja única".

Sexto: los efectos colaterales. De acuerdo, estúdiese la implantación de un impuesto a los alimentos o las bebidas... ¿pero cuál puede ser el efecto sobre el empleo, la generación de riqueza y la economía en general? ¿Alguien lo ha analizado? ¿Es que no son variables importantes para un país que sale de la recesión, que repunta en el consumo, que es líder mundial en la industria del turismo y de la restauración y que tiene un sector agroalimentario de primer orden?

Hace falta más razón y menos víscera. Hay que abrir un debate serio, profundo, sosegado y basado en los hechos, no simplemente copiar lo que otros proponen sin más.

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