Internacional | ¿Qué busca Bayer con la compra de la polémica Monsanto?

El gigante alemán sube su oferta por la multinacional estadounidense de semillas y transgénicos, no muy bien vista en Europa.

Una plantación de Monsanto
Una plantación de Monsanto

El grupo químico y farmacéutico Bayer sigue empeñado en hacerse con el control de la multinacional estadounidense de semillas y transgénicos Monsanto. Después de unos primeros intentos que fracasaron durante la pasada primavera, ahora el gigante alemán con sede en Leverkusen ha hecho una oferta de hasta 65.000 millones de dólares (58.200 millones de euros) para adquirir la empresa americana. El objetivo: crear la mayor compañía de la industria agroquímica y potenciar el mercado de los alimentos transgénicos en Europa, muy rezagada en este campo respecto a países como EE UU, Canadá o China.

Bayer ofreció inicialmente a Monsanto 122 dólares por acción, cantidad que fue considerada "inadecuada e insuficiente", por lo que la oferta se elevó en julio a 125 dólares para ser de nuevo rechazada. El tira y afloja, por tanto, continúa y algunos expertos apuntan que la compañía alemana podría llegar a ofrecer 130 dólares por acción, haciendo que la propuesta sea totalmente irresistible para los accionistas de Monsanto.

El grupo alemán ha señalado, en un comunicado remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que existen negociaciones "avanzadas" con Monsanto, aunque no precisa los términos y condiciones. Monsanto, por su parte, ya señaló cuando rechazó la segunda oferta en julio que "permanece abierta para mantener conversaciones continuadas y constructivas con Bayer y otras partes para evaluar si se puede lograr una transacción que el consejo considere como la mejor opción para los accionistas". Ahora, ha apuntado que "las negociaciones son constructivas". La conclusión que parece evidente es que ambas compañías parecen destinadas a entenderse.

Si la operación llega a realizarse, las dos empresas lograrían hacerse con el control del 30% del mercado de semillas, transgénicos y productos químicos destinados a la agricultura. Detrás quedaría la unión reciente entre ChemChina y el grupo suizo de pesticidas y semillas Syngenta, operación de 43.000 millones de dólares que se cerrará a finales de este año y con la que ambas tendrían el 25% del negocio. No perdería fuelle la futura DowDuPont, nacida de la fusión entre Dow Chemical y DuPont y que es objeto en la actualidad de una investigación por parte de la Unión Europea para ver si cumple con la legislación comunitaria de competencia.

Bayer apuesta por la alimentación transgénica
Bayer apuesta por la alimentación transgénica

Bayer logró en su último ejercicio una facturación de más de 46.000 millones de euros (+12%), con un beneficio de 4.110 millones de euros. Mientras, Monsanto ha logrado en los primeros nueve meses de su ejercicio fiscal (cerrado a finales de agosto) un beneficio cercano a los 1.400 millones de euros, un 45% menos respecto al mismo periodo del ejercicio anterior. Recientemente, intentó la compra de la suiza Syngenta y al no lograrla decició despedir a cientos de empleados.

El interés de Bayer por Monsanto busca potenciar su área agroquímica, que en la actualidad supone algo más del 20% del negocio de la multinacional alemana. "La adquisición de Monsanto constituye una gran oportunidad de crear un líder mundial en el negocio de la agricultura y reforzar a Bayer como empresa de ciencias de la vida con una posición más sólida en un sector de crecimiento a largo plazo", ha defendido el gigante alemán. En un principio, Bayer espera obtener unos ingresos anuales derivados de las sinergias totales de aproximadamente 1.500 millones de dólares (1.350 millones de euros) a partir del tercer año, además de beneficios adicionales derivados de la integración de la oferta en años futuros.

Werner Baumann, presidente del consejo de dirección de Bayer, considera que su compañía y Monsanto pueden sacar "provecho del bagaje colectivo de conocimientos y experiencia de ambas empresas para crear un líder en el sector agrícola con una capacidad excepcional de innovación para beneficio de agricultores y consumidores". Por su parte, Liam Condon, vocal de Bayer, ha señalado la necesidad de unir fuerzas para garantizar la alimentación del planeta: "Queremos que los agricultores produzcan suficientes alimentos sanos, seguros y asequibles para alimentar a la creciente población mundial. Frente al enorme reto que supone tener que operar en un mundo de recursos limitados con una volatilidad climática cada vez mayor, se hace claramente necesario generar más soluciones innovadoras que hagan avanzar a la agricultura de nueva generación".

El maíz de Monsanto triunfa en Estados Unidos
El maíz de Monsanto triunfa en Estados Unidos
CRÍTICAS A MONSANTO

Monsanto, en todo caso, no es una empresa del todo bien vista por ser la mayor productora de semillas transgénicas en el mundo. Su fama y éxito viene por sus trabajos para modificar genéticamente semillas de maíz y soja, aunque también de algodón y trigo, y cuenta con un gran mercado en EE UU, Canadá, Argentina e, incluso, la India, donde tiene gran parte de sus plantaciones. También vende el polémico Roundup, un herbicida cuyo componente principal, el glifosato, es muy polémico, con estudios a favor y en contra: algunos defienden que no daña el medio ambiente ni la salud de las personas, mientras que otros lo acusan de ser totalmente perjudicial y tóxico. Uno de los últimos informes llegó por parte de un comité asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Joint Meetting on Pesticide Residues (JMPR), que concluyó que el glifosato no provoca cáncer.

Es sobre todo en Europa donde la actividad de Monsanto no es muy apreciada, recibiendo duras y constantes críticas de ecologistas y partidos verdes. Ese mensaje en contra ha calado entre los europeos, no muy consumidores de transgénicos como, por ejemplo, los estadounidenses (valga el dato de que la mayor parte del maíz y de la soja que se consume en EE UU es modificada genéticamente). Si Bayer logra hacerse con Monsanto, tendrá que lidiar en Europa con esa mala reputación para intentar liderar el mercado transgénico en el Viejo Continente.

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