Con la llegada del verano se inicia una nueva temporada de fragancias que tienen un denominador común; la frescura y aromas muy de la época estival. Sin embargo, dos de cada cinco mujeres utilizan sus perfumes de otoño-invierno en verano, es decir, las usan de forma atemporal y sin tener en cuenta la campaña en la que se encuentran ni las notas que más se identifican con esta época del año, según La Botica de los Perfumes.

“El motivo es que establecen una preferencia del aroma sobre la moda del perfume, no están acostumbradas a sustituir una fragancia con las que se sienten seguras e identificadas”, asegura esta firma.

En líneas generales, los aromas de verano se componen de notas mucho más frescas y menos intensas que las del resto del año. Es el caso del olor dulzón, que es más propicio en el otoño o en el invierno. Para los días de calor es mejor escoger perfumes con notas frutales o florales porque suelen ser mucho más refrescantes.

Los cítricos son muy utilizados durante el verano ya que ofrecen una sensación refrescante y relajante a la par. Algunos ejemplos son los que incorporan manzana, limón, lima o el té verde. En ocasiones, en las que la playa es protagonista, los aromas a coco o piña evocan el relax y la época veraniega que la situación requiere. Por su parte, las noches estivales acompañan más si se utilizan perfumes con base de jazmín, lavanda, rosas y otras combinaciones con notas florales. Ideales en cualquier cita, sea romántica o no.

Elegir el perfume adecuado para el verano no es una ciencia exacta, pero sí que entre estas pistas debe estar la fragancia que se vaya a utilizar. Por eso La Botica de los Perfumes también aconseja probar hasta dar con una fragancia fresca y ligera que, además de contener las notas más propias para los meses de verano, pueda adaptarse a los gustos y personalidad.

Para finalizar, una última recomendación: “Es mejor no aplicar directamente la fragancia en la piel cuando el día sea soleado, sino sobre la ropa o el cabello, en zonas como la nuca. Con ello se evita la posible reacción del aceite de bergamota que pueda contener una fragancia con la exposición solar, y aunque ya casi ningún perfume lo contiene siempre es mejor prevenir”.