La inflación alimentaria: causas y consecuencias

Análisis de José Antonio Latre, incluido en exclusiva en el Anuario de la Innovación 2023 de Food Retail & Service.

La inflación alimentaria: causas y consecuencias

El incremento sostenido de los precios de los alimentos, desde finales de 2021, 2022 y lo que llevamos de 2023, se ha convertido en un tema clave, probablemente en "el tema clave", tanto desde el punto de vista de la gestión empresarial para el sector de gran consumo como desde el político y social, por la repercusión que tiene este capítulo de gasto en los presupuestos de las familias.

Para toda la cadena de valor agroalimentaria, desde el sector primario al distribuidor minorista pasando por el fabricante, la subida continuada de sus inputs de coste ha supuesto un enorme reto de gestión de sus precios y sus márgenes en un contexto de ralentización del consumo. Desde el punto de vista político, se han adoptado ciertas medidas tendentes a mitigar la subida continuada de los precios de los alimentos y se han propuesto numerosas medidas adicionales, algunas de las cuales escapan a la ortodoxia económica y han generado un gran debate político y social.

En estas líneas trataremos de situar el contexto de la evolución de los precios de los alimentos, tratar de dilucidar sus causas y las consecuencias que pueden tener a medio plazo en la evolución del consumo alimentario y por ende del gran consumo.

Situación actual a partir de los datos

El IPC general en España comenzó a acelerarse en agosto de 2021 coincidiendo con la progresiva eliminación de las restricciones post COVID-19. En el segundo semestre de 2021, el coste de la energía fue el principal componente que explicó la súbita escalada de precios.

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A partir de febrero de 2022, con la invasión rusa de Ucrania, se aceleró la subida de precios y ésta se trasladó definitivamente a los precios de los alimentos. En abril de 2022 el IPC alimentario superó por primera vez al IPC general y, desde entonces, se mantiene claramente por encima.

El IPC general alcanzó su máximo en julio de 2022 con una tasa interanual del 10,8% y, a partir de entonces, comenzó a descender rápidamente por la bajada de los costes de la energía, con una tasa del 3,3% en marzo de 2023 que subió hasta el 4,1% en abril. Sin embargo, el IPC alimentario se mantiene cerca de máximos, con un interanual del 16,6% en febrero de 2023 que disminuyó hasta el 12,9% en abril de 2023 debido al "efecto escalón" (la variación intermensual de abril 2023 fue del 0,3%, frente al 3,4% de abril 2022). Las previsiones más recientes auguran un incremento medio del precio de los alimentos en 2023 del 12,2% según el Banco de España y del 13,6% según FUNCAS para los alimentos elaborados.

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El incremento del IPC alimentario es un fenómeno generalizado en toda Europa, situándose España por debajo tanto de la media de la Euro-27 como de la EU-20. La variación interanual del IPC Alimentario en abril de 2023 fue del +16,4% para el promedio de los 27 países que forman parte de la Unión Europea. Teniendo en cuenta solo los 20 países del área euro, la variación interanual media fue del +15,0%. España se situó en abril de 2023 en tasas del +12,9%, por debajo de la media de ambas zonas geográficas. De entre las grandes economías europeas del área Euro, únicamente Italia muestra variaciones inferiores a España, (+12,3%), mientras que la inflación alimentaria en Alemania y Francia se situó en el 17,4 y 15,7%, respectivamente.

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Causas de la inflación alimentaria

El factor fundamental en el inicio de la actual crisis inflacionaria fue el incremento de los costes energéticos. Aunque comenzó a disminuir rápidamente desde su punto máximo en agosto de 2022 (117,3%) hasta el 55,7% en noviembre. Otro factor que afecta a los precios de los alimentos es el incremento de los precios agrícolas en origen, influenciados por el aumento de ciertas materias primas como cereales y aceites vegetales. En la actualidad, el principal factor inflacionario es la subida de los precios industriales, especialmente en los alimentos elaborados, que se mantienen cerca de los niveles máximos. Esta evolución refleja una transmisión intensa de las presiones de costes, lo cual se tradujo en una tasa del 14,9% en enero de 2021 en los alimentos elaborados, frente al 11,6% de los alimentos no elaborados que ya reflejan correcciones de anteriores repuntes.

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Volviendo a España, al analizar la evolución de los índices de precios en la cadena agroalimentaria en su conjunto, se observa que los diferentes eslabones han logrado contener el aumento de los costes en sus márgenes. Según los datos de cierre de 2022, los precios percibidos por los agricultores y ganaderos aumentaron en menor medida (23,9%) que los precios pagados por los bienes y servicios agrarios (32,1%), que son sus insumos de coste. El índice de precios industriales (IPRI) también subió en menor medida (16,6%) que los precios percibidos, que son sus insumos de coste de materia prima industrial. Finalmente, el índice de precios al consumo (IPC) subió en menor medida (11,6%) que el IPRI. Si consideramos la relación entre el IPRI y el IPC, se observa que la diferencia de crecimiento en porcentaje se corresponde bastante con el valor añadido bruto del sector de distribución minorista.

Desde algunas instancias políticas se ha intentado transmitir que uno de los principales factores de la inflación alimentaria es el crecimiento de los márgenes empresariales. Sin embargo, hasta el momento, ningún análisis basado en datos reales ha podido demostrar esta afirmación.

Empezando por el eslabón minorista, la rentabilidad media y mediana de los principales distribuidores minoristas en España, medida como beneficio neto sobre ventas, se ha situado en torno al 1,5% al 2,5% entre 2013 y 2021, último año con datos disponibles para la mayoría de los operadores. Había que esperar a tener los datos de 2022, año en el que los precios de los alimentos se han disparado, para ver si, como decían algunos, están subiendo los márgenes empresariales.