Las tradicionales mesas navideñas han contado este año con menos pescado y marisco fresco, penalizados por unos precios al alza que están enfriando la demanda incluso en fechas clave como Nochebuena y Navidad. A 26 de diciembre, comerciantes y cofradías confirman que las ventas han sido inferiores a las del pasado año, prolongando una tendencia de debilidad que el sector arrastra desde hace varias campañas.

En los mercados gallegos, referencia del consumo de productos del mar, los precios se han situado en niveles especialmente elevados. La almeja babosa ha superado los 40 euros el kilo, la centolla se ha movido cerca de los 50 euros y la nécora ronda los 40, mientras que pescados habituales en estas fechas, como la merluza, han rebasado los 15 euros. En especies más premium, como el besugo o la palometa, los precios en lonja se sitúan entre los 80 y los 100 euros el kilo, niveles que limitan el consumo a compras muy puntuales.

Este encarecimiento ha tenido un efecto directo sobre las ventas. Los comerciantes admiten que, aunque ha habido encargos, el volumen ha sido menor que en 2024 y muchos consumidores han optado por alternativas más económicas o por adelantar compras semanas antes para congelar el producto. A ello se suma el aumento generalizado del coste de la cesta de la compra, que ha obligado a priorizar el gasto y a recortar en productos considerados más prescindibles.

Desde el sector pesquero explican a Efeagro que la presión sobre los precios responde a una combinación de factores estructurales y coyunturales. La meteorología adversa de las últimas semanas ha reducido las salidas a faenar, especialmente en especies como el percebe o el marisco de roca, mientras que episodios de biotoxinas —la conocida marea roja— han obligado a cerrar zonas de extracción de almeja y mejillón. A ello se añaden varios años de baja producción en el marisqueo, tras riadas y aportes de agua dulce que han lastrado el crecimiento del recurso.

Los comerciantes recuerdan además que el pescado y el marisco siguen soportando un IVA más elevado que otros productos básicos, un elemento que, a su juicio, resta competitividad al consumo doméstico en un contexto de precios al alza. Aunque el sector confía en que la mejora de los bancos marisqueros permita una recuperación gradual de las capturas en 2026, la campaña navideña vuelve a confirmar que el consumo de productos del mar es muy sensible a la pérdida de poder adquisitivo de los hogares.