Johnson & Johnson ha sido condenada a pagar 572,1 millones de dólares (515 millones de euros) por su papel en la crisis sanitaria por la adicción al consumo de opiáceos. Así lo determina en su sentencia, el juez de distrito del condado de Cleveland, Thad Balkmam, quien considera que los acusados "tomaron parte en la comercialización engañosa de sus drogas y opiáceos en general". Añade también que la crisis generada por la adicción a estas sustancias representa "un peligro inminente y una amenaza".

Por su parte, el fabricante estadounidense de productos farmacéuticos y de higiene personal señala en un comunicado que recoge Europa Press que la decisión en este caso "es errónea" e incide en que el Estado no presentó evidencias de que los productos o acciones de la empresa provocaran las molestias. Además considera que las reclamaciones del Estado violan los principios fundamentales del proceso al tratar de responsabilizar a una empresa por conductas permitidas por las leyes y regulaciones federales. Por todo ello, ha anunciado que apelará la sentencia.

Michael Ullmann, vicepresidente ejecutivo y asesor general de la compañía, ha asegurado que esta firma no causó la crisis de los opiáceos en Oklahoma: "ni los hechos ni la ley respaldan este resultado", ha afirmado reconociendo, eso sí, que la crisis de opiáceos "es un problema de salud pública tremendamente complejo" y que la compañía tiene "una profunda solidaridad por todos los afectados".

Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, el consumo de opiáceos estuvo relacionado con 400.000 muertes por sobredosis en este país entre los años 1999 y 2017. Desde el año 2000, alrededor de 6.000 personas murieron por esta causa en Oklahoma, según los datos de las autoridades del Estado.