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5 consejos para leer etiquetas de los alimentos infantiles

La composición e ingredientes es lo primero que miran los consumidores (58%), después de la fecha de caducidad (65%).

Redacción

22 de septiembre 2018 - 11:02

Preparación de un biberón con leche infantil
Preparación de un biberón con leche infantil / Archivo

Los españoles se preocupan cada vez más por los ingredientes de los productos que consumen, especialmente cuando estos están destinados a la alimentación de sus hijos. Sin embargo, sigue habiendo una gran confusión a la hora de leer los etiquetados debido a un "desconocimiento generalizado" en materia de nutrición. Ejemplo de ello es que casi un tercio de los padres españoles puntúa sus conocimientos de nutrición por debajo del 4 sobre 10, según un estudio realizado por Danone Nutricia Early Life Nutrition.

Hoy en día los consumidores, especialmente los padres y madres españoles, demandan productos más naturales a la vez que rechazan los azúcares en la misma medida que los conservantes, colorantes y demás añadidos.

El contenido en grasas y en azúcares son los dos elementos de la información nutricional más valorados

Según datos de la Mesa de Participación de las Asociaciones de Consumidores, para el consumidor la composición o ingredientes es el segundo elemento más importante de la etiqueta (58%), solo por detrás de la fecha de caducidad (65%). El contenido en grasas y en azúcares son los dos elementos de la información nutricional más valorados. Además, según datos de la misma encuesta, la valoración del lugar de origen ha sido la que mayor crecimiento ha experimentado en el último año.

De este modo, leer las etiquetas de ingredientes es fundamental y más si son de alimentos infantiles. Pero, ¿en qué hay que fijarse? Danone ofrece cinco consejos básicos:

1.- Nutrientes: opta por alimentos que contengan nutrientes de alta calidad como la fibra, hierro o vitaminas, así como por productos naturales.

2.- Alto contenido en fibra: la fibra aporta grandes beneficios a la salud digestiva del bebé ya que evita el molesto estreñimiento, tan común en la primera etapa de la introducción de la alimentación complementaria. Frutas, verduras, legumbres o cereales son ejemplo de alimentos ricos en fibra.

3.- Azúcar: es importante conocer el porcentaje de azúcar que contienen los alimentos, especialmente los destinados a los más pequeños. La OMS recomienda reducir la ingesta de azúcares libres para reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles, especialmente para la prevención y al control de las caries dentales y del aumento del peso hasta niveles no saludables.

4.- Dextrinados, el azúcar camuflado: muchos envases de alimentos infantiles, especialmente cereales, incluyen la indicación de “sin azúcar” o “sin azúcares añadidos”. Sin embargo, en los ingredientes podemos encontrar cereales dextrinados o hidrolizados. Es decir, carbohidratos originalmente complejos o de cadena larga transformados en carbohidratos simples o de cadena corta, o lo que es lo mismo, azúcares. Para identificarlo, es conveniente fijarse en la tabla nutricional ya que, en caso de contener dextrinados, los valores de azúcar serán superiores a a aquellos que no los contengan.

5.- El origen sí importa: especialmente en alimentos como los cereales, que es uno de los primeros alimentos sólidos que se introducen en la alimentación del lactante. Los campos de cereales para bebé y para adulto no son iguales, por lo que es preferible optar por ingredientes que procedan de terrenos cultivados en óptimas condiciones climáticas y que protejan sus características en todo momento.

Optar por productos de procedencia europea favorece la conservación del medioambiente

Además, a partir del 1 de abril de 2020, todos los alimentos deberán indicar su procedencia, lo que permitirá identificar más fácilmente aquellos productos que, al necesitar condiciones de larga conservación, incluyen potenciadores del sabor (como los azúcares añadidos), espesantes (como las grasas hidrogenadas), o estabilizantes (como el aceite de palma). Además, optar por productos de procedencia europea, también favorece la conservación del medioambiente, frente a escoger productos que han tenido que ser transportados de otros continentes.

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