De un tiempo a esta parte, el campo de la alimentación está experimentando grandes avances en los laboratorios, como las versiones de carne y pescado que ya se comercializan. Pues bien, un artículo que acaba de publicar la revista Nature da cuenta de una nueva tecnología que investigadores chinos y americanos están analizando y que podría conducir a la reproducción de vegetales de géneros cruzados. Sin duda, esto sería "un bombazo para la agricultura", como señala en su LinkeIn Jorge Jordana, patrono en Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Alimentación.

En concreto, este equipo ha encontrado una forma de cruzar una col con otros vegetales de la misma familia, brassicáceas (antes llamadas crucíferas), como la colza, el nabo o la mostaza.

En la naturaleza, el estigma de una flor está expuesto al polen de su propia especie y al de otros géneros y especies. La planta responde, con un mecanismo bioquímico, rechazando el polen propio (para evitar lo que podríamos llamar consanguinidad) y aceptando el polen de otros individuos de su especie para mantener la integridad genética.

REPRODUCCIÓN ENTRE ESPECIES

A través de experimentos, el equipo descubrió que el estigma controla el proceso con un regulador químico: Especies Reactivas de oxígeno (ROS). Este acrónimo se utiliza para referirse, tanto a radicales libres que contienen oxígeno, como a derivados que, sin ser radicales libres, son muy reactivos como ellos. Es el caso de anión peróxido (O2), peróxido de hidrógeno (H2 O2) y anión hidroxilo (OH–). Cuando el receptor del estigma detecta el polen propio, activa la producción de ROS e inhibe el crecimiento del polen, evitando la autopolinización. El caso es que esta tecnología hace posible la reproducción entre especies.

"El camino que se abre puede ser increíble. Por ejemplo, se sabe que todos los cítricos se originan por cruzamiento espontáneo (es decir que el mecanismo descrito falló) de seis especies originales. El limón, la naranja o el pomelo nacen por cruzamientos aberrantes", asegura Jordana.

"Ahora se podrán provocar en el laboratorio, pudiendo producir nuevas especies más resistentes o nutricionalmente mejores. Claro que en la retrógrada Unión Europea no, porque son ediciones genéticas que no tenemos autorizadas. Los europeos vamos, con los burócratas, al paleolítico", apunta este experto.