Adoptar una dieta más saludable y sostenible con lo que nos rodea es nuestra responsabilidad, pero también de quienes nos la venden.

Esta es la conclusión de un interesantísimo artículo publicado esta semana por Allyson Chiu en el diario The Washington Post, que lleva por título la frase que encabeza esta pieza. Es, simplemente, genial.

El consumo de productos plant-based podría hacerse más atractivo, por ejemplo, evitando utilizar palabras como "vegano" o "de origen vegetal".

¡Ya está, ya lo hemos entendido! Pero no convence.

Un estudio realizado en Estados Unidos sobre una encuesta de 7.000 personas y publicado en el Journal of Environmental Psychology descubrió que los consumidores se alejan de este tipo de etiquetas y no compran. Sin embargo, sí son más propensos a hacerlo cuando en la etiqueta se describen los beneficios para la salud y/o el planeta. Subrayar los beneficios del producto que contienen, no enfatizar el producto que contienen. No sé si me explico.

El vocablo "vegano" además es un excelente repelente de potenciales clientes, ya que asocian negativamente el alimento con ausencia de nutrientes. Hacerlo fácil con palabras como "delicioso", "sabroso", "nutritivo" —que nunca aparecen en los envases de los productos plant-based— aumentaría las ventas en esta categoría. Otra forma de promocionarlos sería indicar la procedencia, sabor y apariencia de lo que se pretende vender y dejar de una vez el argumento de que es mejor que comer carne —esto sólo enfurece a los clientes y a mí el primero—.

No soy vegano, pero sí he reducido considerablemente el consumo de carne. En cualquier caso, me gusta que lo que como esté rico y si además con ello ayudo al planeta, eso que me llevo. Industria plant-based, pongámonos a trabajar.