Food | Greenpeace pide prohibir la publicidad de carne

Trata al consumidor de incapaz al considerar que la industria cárnica lo manipula para consumir más.

Las bandejas de carne son preparadas en Alcampo, de modo que se amplía la variedad de cortes, tamaños y pesos más allá de los 'estándares' de los distribuidores. Se trata de aumentar el surtido y dar más libertad de elección al consumidor.
Deliciosa carne en un supermercado

La organización Greenpeace pide a instituciones, gobiernos, empresas y medios de comunicación prohibir la publicidad, patrocinios u ofertas de carne por sus "manipuladoras" estrategias de marketing un día después del lanzamiento de una campaña publicitaria en marquesinas, autobuses y más mobiliario urbano para recordar al gobierno de Pedro Sánchez que "menos carne es más futuro".

En el informe 'Los siete mitos del marketing de la carne', realizado por expertos en semiótica y estrategias de marca que han analizado desde la lingüística hasta la simbología y los códigos culturales de más de medio centenar de marcas de carne de 6 países europeos (España, Francia, Polonia, Suiza, Alemania y Dinamarca), la organización dice que la industria cárnica "manipula" al consumidor hacia el "consumo excesivo de carne".

Greenpeace subraya que existen distintos mitos sobre el consumo de carne que se dirigen a diferentes audiencias como el mito verde, anuncios con códigos semánticos ecológicos que "no garantizan ninguna sostenibilidad"; el mito de la salud, publicidad que acompaña la imagen de carne con verduras o que usa términos como "sin gluten" o "calidad 100 por cien"; el mito de la masculinidad, marcas que utilizan "estereotipos de masculinidad" con anuncios de colores negro, gris, rojo o naranja, con imágenes recurrentes de fuego, cuchillos, barbacoas o porciones de carne que se come con las manos.

Igualmente, la organización avisa que se utiliza el mito de la "buena mujer", con anuncios de carne blanca o finas rodajas de charcutería, "como si comieran aire" o busca dar imagen de mujer trabajadora que consume carne procesada "por su rapidez"; el mito del patriotismo, que utiliza para que se consuma carne del país con publicidad con colores de la bandera, paisajes, símbolos patrios e iconos nacionales; el mito de la camaradería, con el que la industria pretende enseñar que comer carne es un "acto colectivo y ritual, que resuelve disputas y restablece la armonía" y por último, el mito de la libertad, una estrategia en la que "la comida es menos importante que la experiencia".

La organización hace referencia a la legislación existente del tabaco para regular las prácticas del marketing, concretamente para la protección del público "más vulnerable" como niños o adolescentes. Además, la Organización Mundial de la Salud y la Unión Europea tienen distintas leyes que prohíben la publicidad y patrocinio del tabaco, que afirma que "este tipo de regulación es eficaz para frenar el consumo".

De esta manera, Greenpeace pide a la Comisión Europea y a los gobiernos del país que dejen de financiar con fondos públicos la publicidad que fomente el consumo de carne, lácteos y huevos; la prohibición de publicidad, patrocinio y publicaciones de las empresas cárnicas en los espacios públicos o en publicaciones de instituciones públicas y que se garantice que se aplica "realmente" la legislación contra la publicidad engañosa.

A las empresas minoristas les reclama prohibir ofertas de estos productos de la industria cárnica en sus tiendas y llama a la comercialización "transparente y veraz", que promocione el acceso a alimentos saludables de origen vegetal. Para concluir, pide a los medios de comunicación prohibir la publicidad, patrocinios y emplazamientos publicitarios de carne que se dirijan a la infancia y a la adolescencia.

El responsable de agricultura en Greenpeace España, Luís Ferreirim, sostiene que la publicidad somete a la población a la manipulación y el "aumento del consumo", pero el planeta "no puede permitírselo más", ya que en Europa se debería consumir y producir un 70 por ciento menos de carne y lácteos, y solo consumir los que procedan de "ganadería ecológica".

Ferreirim señala que entre 2016 y 2020, la Unión Europea destinó más de 250 millones de euros a promocionar productos cárnicos y lácteos. "Mientras la crisis climática se agrava, fomentar el aumento del consumo de carne es una irresponsabilidad que debe regularse de inmediato".

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