Hoy es cada vez más habitual encontrarse con productos alimentarios que se ofertan como saludables y en realidad no lo son. Se trata de un reclamo rentable, pero nada más.

Por eso el etiquetado alimentario es crucial para conocer el alimento, de dónde procede, cómo se ha conservado y qué ingredientes contiene. En España, el 58,1% de los españoles cree llevar una alimentación saludable, según el V Estudio de Salud y Estilo de Vida de Aegon.

Pero sin un etiquetado de alimentos fiable, sería imposible distinguir entre saludable y perjudicial para la salud. Una etiqueta clara y precisa puede proporcionar información valiosa sobre el contenido nutricional del producto, ayudándonos a tomar decisiones informadas sobre nuestra alimentación. El etiquetado puede ser engañoso si no se presta atención a los detalles o no se sabe interpretar correctamente. Según Aegon, el 40% de los españoles considera los ingredientes de los productos determinantes en la decisión de compra.

Los consumidores actuales demandan transparencia e información completa sobre los productos que adquieren, desde su proceso de producción hasta los valores y principios que defiende la empresa fabricante (o distribuidora). La confusión en la interpretación de las etiquetas de los alimentos es una preocupación común. Muchos consumidores consideran que las etiquetas actuales son complicadas y difíciles de entender, lo que complica la toma de decisiones conscientes sobre su alimentación. 

“Es evidente la necesidad de un sistema de etiquetado más simple y fácil de interpretar, que brinde información clara y accesible al consumidor promedio”, revelan fuentes de Campus Training. A través de una encuesta realizada por la Organización de Consumidores y Usuarios, el 44% de las personas presta mucha atención al etiquetado en su primera compra de un producto, mientras que el 47% la ojean por encima y el 9% ni la leen.