Lidl entra en pérdidas en Reino Unido

"Como empresa privada tenemos la capacidad de ser muy ágiles para tomar decisiones que benefician de manera inmediata a nuestros consumidores, empleados y proveedores, con la mente puesta en el beneficio a largo plazo", ha declarado a Reuters el director general de la filian británica de Lidl, Ryan McDonnell, en relación a los malos resultados de la enseña.

"En Reino Unido todavía nos encontramos en la fase de sentar las bases para seguir creciendo", ha explicado el directivo.

McDonnell apunta a la apertura de 50 nuevas tiendas en el ejercicio 2022/2023, a la inversión de 100 millones de libras para contener los precios y de 50 millones en aumentar los salarios de los empleados para explicar los resultados recientemente publicados.

Lidl Great Britain y su gran rival Aldi UK son las dos cadenas de supermercados que crecen más rápido en el país, de acuerdo a un estudio de Kantar.

El atractivo de ambas enseñas ha crecido a medida que la crisis inflacionaria empuja a los consumidores británicos a buscar alternativas más económicas para hacer la compra. Al contrario que sus rivales tradicionales, su ritmo de aperturas no ha dejado de acelerarse.

En la actualidad, Lidl GB cuenta con 960 establecimientos y el 7,6% de cuota de mercado, pero McDonnell considera que no ve límite a la expansión de la enseña en Gran Bretaña.

"De manera inevitable, llegaremos a una cuota de mercado de doble dígito y más allá", declaró en la misma entrevista.

Por su parte, Aldi UK ha elevado su objetivo de tiendas a 1.500, si bien la rentabilidad del discounter se encuentra todavía lejos de corresponder a sus tasas de crecimiento en ventas.

La facturación de Lidl BG se elevó el 18,8% hasta los 9.300 millones de libras al año hasta el 28 de febrero. Ganó 1,5 millones de nuevos consumidores y sin embargo ha arrojado pérdidas por valor de 76 millones de libras frente al beneficio de 41 millones que arrojó en 2021/2022.

Los números rojos de la enseña son consecuencia de sus múltiples inversiones, así como de la elevada inflación que ha llevado a un incremento en el coste de sus insumos.

Sin embargo, la creciente actividad del discounter ha llevado a grandes distribuidores tradicionales como Tesco y Sainsbury a competir de forma más agresiva para recortar precios a costa de sus márgenes.