Durante décadas, la cocina ha sido el alma de la casa: ese rincón donde se cocinaba, se conversaba y, en muchos casos, se solucionaban los problemas del mundo con una cuchara en la mano. Hoy, sin embargo, todo apunta a que esa cocina de antaño podría convertirse en una reliquia. Y no por falta de romanticismo, sino por pura lógica económica, social y de eficiencia.

La pregunta ya no es si cocinamos menos. Eso es un hecho. La verdadera cuestión es: ¿qué pasaría si, en un futuro no tan lejano, cocinar en casa dejara de tener sentido?

Imaginen esto: supermercados con zonas de comida recién hecha, frías y calientes, servidas por peso a un precio único. Espacios cómodos para sentarse y disfrutar de esa comida, o la posibilidad de llevarla en envases sostenibles. Menús que cambian a diario, pensados para ofrecer variedad, nutrición y sabor, sin que uno tenga que pelar una sola patata. Suena futurista, pero es más cercano de lo que parece.

Whole Foods Market.

De hecho, en lugares como Nueva York, este concepto ya es una realidad. Whole Foods, la cadena de supermercados adquirida por Amazon, ha implementado un sistema conocido como 'Hot Bar' o 'Buffet by Weight'. Dentro de sus tiendas, hay áreas tipo buffet donde se ofrecen alimentos recién preparados: platos calientes, fríos, ensaladas, guarniciones, sopas, carnes, opciones veganas y más. El cliente elige lo que quiere, lo sirve en envases para comer allí o llevar, y paga según el peso de la comida. Todo bajo los estándares de calidad de Whole Foods: ingredientes orgánicos, naturales, opciones vegetarianas, veganas y sin gluten. Una alternativa rápida, saludable y personalizada para quienes buscan comer bien sin complicaciones.

Whole Foods Market.

Otro ejemplo en Europa es Jumbo Foodmarkt, el supermercado de gran formato de la cadena holandesa Jumbo orientado a la gastronomía. Se organiza alrededor de múltiples mostradores atendidos que preparan comidas internacionales frescas —pizza, sushi, tapas, wok, buffet vegetariano, etc.— siguiendo la filosofía "eat it, make it or take it". Cada área cuenta con cocineros que elaboran los platos a la vista del cliente. Además, dispone de una amplia zona de mesas junto a los mostradores para que los clientes puedan consumir sus compras allí mismo. Aquí el producto fresco y los menús diarios hechos en vivo son el gran atractivo.

Whole Foods Market.

En una ciudad donde el tiempo vale oro y el metro cuadrado aún más, ¿por qué mantener una cocina completa en casa si solo usamos el microondas y la nevera? Cada vez hay más viviendas pequeñas, más hogares unipersonales y más personas que prefieren invertir su tiempo en todo menos en cocinar.

El supermercado, que hasta ahora ha sido proveedor, podría transformarse en comedor. Un lugar donde no solo compramos, sino donde comemos. Donde almuerza el oficinista o el mecánico que no quiere el menú aburrido del bar de siempre, cena el estudiante que ya no se calienta ni un sobre de sopa, y desayuna la madre que no tuvo tiempo de preparar su propio café.

Jumbo.

Claro que habrá quien diga que esto nos aleja de lo artesanal, de lo hecho en casa, del valor de cocinar. Pero no olvidemos que muchas de esas comidas "caseras" de hoy también vienen de un sobre o de un bote de conserva. Tal vez no se trate de renunciar al hogar, sino de redefinirlo.

Los supermercados del futuro podrían asumir un rol casi social: no solo alimentar, sino reunir. Si logran hacerlo con calidad, precios razonables y sin perder el alma del buen comer, tal vez no sea tan mala idea.

Quizá el verdadero lujo del futuro no sea tener una cocina en casa, sino saber dónde comer bien, todos los días, sin complicaciones.