Intolerancia a la fructosa, la realidad de cada vez más personas
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Se estima que el 30% de la población mundial sufre intolerancias alimentarias de algún tipo. Y, aunque la intolerancia al gluten o a la lactosa son las más comunes, también existen otras menos conocidas, como la intolerancia a la fructosa.
De origen natural, la fructosa es el azúcar que se encuentra en la gran mayoría de frutas, verduras y cereales. Por este motivo, es difícil que una persona detecte fácilmente si tiene intolerancia a la fructosa, lo que los lleva a convivir con los síntomas en su día a día.
Al igual que otras intolerancias alimentarias, la intolerancia a la fructosa suele generar molestias en el cuerpo, sobre todo de origen digestivo, y provoca un impacto negativo en la calidad de vida de una persona.
¿Cómo tratar la intolerancia a la fructosa?
Lamentablemente, la intolerancia a la fructosa no tiene cura. Es una condición con la que se debe aprender a convivir. No se puede curar, pero sí se pueden aliviar sus síntomas con cambios en nuestra alimentación, eligiendo productos con bajo contenido de fructosa.
Es importante definir que una intolerancia es distinta a una alergia: sus reacciones son más leves y no se requiere ningún medicamento para tratarlo. Muchas personas viven con una intolerancia por años antes de detectarla, ya que pueden tener síntomas leves.
Para tratar la intolerancia a la fructosa, en la mayoría de los casos, basta con reducir su consumo en el día a día. Es casi imposible tener una dieta completamente libre en fructosa, pero lo recomendable es poder reducir al máximo su ingesta.
Cada persona que sufre de intolerancia a la fructosa tiene un umbral de tolerancia distinto, dependiendo de la gravedad de la condición. Este umbral determina cuánta cantidad de fructosa alguien puede consumir sin sufrir consecuencias. La tolerancia de una persona puede variar desde 1 hasta 50 gramos por día, por lo que es importante adaptar la dieta a cada caso en particular.
A la hora de tratar la intolerancia a la fructosa, es necesario informarse bien sobre la cantidad de fructosa que hay en cada alimento que consumimos. En el caso de frutas, verduras o cereales será más sencillo, ya que sabrás cuáles puedes consumir tranquilamente y de cuáles es mejor alejarse.
Sin embargo, en el mundo de los alimentos procesados esto se vuelve más complicado, ya que debes mirar cada etiqueta en busca de fructosa o sacarosa, un compuesto de glucosa y fructosa. Otra alternativa es consumir productos fabricados especialmente para intolerantes a la fructosa, y así olvidarte de los riesgos.
¿Cómo saber si tienes intolerancia a la fructosa?
Reconocer una intolerancia alimentaria puede ser complicado, sobre todo en el caso de la fructosa, un componente que está presente en muchísimos alimentos. Si crees que sufres de esta intolerancia, lo mejor es escuchar a tu cuerpo y cuidar lo que comes, para poder detectar patrones en tu sistema digestivo.
Una persona que tiene intolerancia a la fructosa no puede digerir bien el alcohol del azúcar de la fructosa, y esto provoca una reacción adversa en su cuerpo. Entre los síntomas más comunes a la intolerancia a la fructosa encontramos: dolor de estómago, hinchazón, estreñimiento, diarrea, flatulencias, dolores de cabeza, entre otros.
Y a pesar de que estos síntomas pueden parecer leves, una persona que no sabe que tiene intolerancia a la fructosa puede padecerlos todos los días, por lo que termina impactando en su calidad de vida. Tanto si tienes intolerancias como si no, es cada vez más importante ser conscientes de lo que comemos, para cuidar de nuestro cuerpo y tener una vida más sana.
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