Desnudos en el súper
Un pequeño pueblo francés obliga a todo aquel que lo visite a ir prácticamente desnudo.
Pasear por los pasillos del supermercado llenando el carro de la compra de fruta, verdura, o yogures y chocar de repente con un extraño. Algo habitual en el súper, pero, ¿qué pasaría si ese desconocido fuera desnudo? ¿Y si nosotros también estuviéramos desnudos?. Parece imposible, pero no lo es.
En el pueblo francés de Cap'Adge es lo más normal del mundo. Hacer la compra en cueros es una actividad cotidiana para los lugareños, que consideran absolutamente normal encontrarse al vecino de enfrente escogiendo las manzanas o la carne que va a comprar totalmente desnudo. Todo porque esta localidad bañada por el Mediterráneo es nudista.
No sólo la playa es nudista (es casi una ofensa bajar vestido), sino que todo el pueblo lo es. Los vecinos se pasean completamente desnudos por el pueblo, compran la baguette desnudos, entran en los bares desnudos, se toman el croissant desnudos y, además, les parece raro que el resto no lo haga.
Por ello, cobran al ‘voyeur’ ocasional nueve euros por acceder al pueblo. Hacer fotografías o grabar imágenes está absolutamente prohibido y sólo las personas que estén hospedadas en hoteles dentro del pueblo pueden pernoctar en él. Todo para poder seguir haciendo la compra en cueros sin miradas indiscretas.
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