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Con mi marca blanca

Si llega el apocalipsis zombi, Mercadona seguirá vendiendo como si nada

La columna de Carlos Azofra, editor de FRS.

Publicado: 29/04/2025 ·20:47
Actualizado: 05/05/2025 · 11:24
  • Ilustración FRS

Estoy convencido de que, si mañana amaneciera bajo una lluvia de meteoritos o se desatara una plaga de zombis, en las tiendas de Mercadona no solo habría papel higiénico en stock, sino también cobertura 5G, luz y hasta un dependiente dispuesto a pelarte un coco con la elegancia de un chef de sushi y la frialdad de un cirujano de urgencias.

Y no me extrañaría que, tras el susto inicial, aparecieran por sorpresa cuatro trabajadores con escopetas (legalizadas, por supuesto, y con formación acreditada) para garantizar que sus cliente-jefes pudieran seguir haciendo la compra sin riesgo de ser mordidos / infectados.

Mercadona parece estar construida con un tipo de hormigón que no se vende al por mayor: el de la excelencia operacional.

“No comulgo con sus políticas de surtido ni con otras variables de su gestión, pero siempre me sorprenden para bien sus reacciones en situaciones de excepcionalidad”, me comenta el director general de un importante fabricante.
Sin duda lo decía desde la resignación, como quien admite que no le gusta el truco, pero no puede dejar de aplaudir la magia.

En sentido contrario, señalaba a aquellas cadenas que, en vez de invertir más en procesos, seguridad o tecnología, parecen estar excesivamente centradas en limar un céntimo más en las negociaciones, olvidando que el verdadero margen se gana —o se pierde— cuando las cosas se tuercen y donde otros flaquean.

Porque si algo ha demostrado Mercadona es que cuando la oscuridad lo cubre todo —llámese Filomena, Covid, Superinflación o el Gran Apagón—, enciende los “generadores” y convierte la tienda en faro. Un refugio iluminado en mitad de la tormenta que sirve hasta para ligar si pones una piña bocabajo en el carro.

Durante el día del apagón masivo que dejó sin luz la mayor parte de España, dos fuentes solventes me cuentan que Mercadona no solo no cerró, sino que vendió un 10% más. Mientras tanto, otras cadenas, obligadas a cerrar tiendas, veían hundir su facturación a la mitad.

Tienda de Valdebernardo, en Madrid, el día posterior al apagón.
Tienda de Valdebernardo, en Madrid, el día posterior al apagón.

El híper, rey por un día

Sí, es cierto que también Carrefour o Eroski, al menos en sus grandes hipermercados, supo mantenerse firme, sacando músculo de superficie y de generadores. El híper volvió a ser, por un día, el bastión inexpugnable del retail, esa fortaleza abastecida donde puedes encontrar desde la mítica radio a pilas del abuelo —convertida en el objeto de deseo del apagón— hasta un camping gas, carbón para la barbacoa o un cargador de coche, productos que parecían sacados de un kit de supervivencia urbana.

La historia es clara: cada vez que el mercado tiembla, Mercadona no se esconde en el sótano. Sale a la calle, reparte linternas y sigue vendiendo a plena luz. Al final, la diferencia no está en el surtido de marca privada ni en el ticket medio, sino en la capacidad de operar cuando todo lo demás se detiene. La resiliencia no se improvisa. Se ensaya. Y se invierte.

En esta industria, donde ejecutivos de laboratorio con título de universidad / escuela de prestigio que te miran por encima del hombro aún creen que la eficiencia se mide en Powerpoints y no en grupos electrógenos, quizás ha llegado el momento de aceptar que la próxima gran crisis no se evitará con más promociones, sino con más previsión.

Y sí, cuando llegue ese futuro apocalíptico, con los zombis tambaleándose por la esquina y el caos tomando las calles, no os extrañe si Mercadona levanta una tienda en plena zona cero... con hilo musical, pan caliente y las cajas funcionando como si el fin del mundo fuera solo una incidencia menor en el sistema.

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