Supermercados | Barcelona "protege el comercio de proximidad" y cierra los súper fantasma

Se podrán transformar en otras actividades permitidas como almacenes alimentarios sin reparto a domicilio o supermercados abiertos al público, señala el Ayuntamiento.

Los supermercados fantasma, un modelo de negocio cuestionado
Interior de un supermercado fantasma

Barcelona no tendrá cocinas ni supermercados fantasma con el fin de "proteger el comercio de proximidad y la vida vecinal". Así lo prevé el Plan especial de actividades vinculadas al reparto a domicilio que el Gobierno municipal ha aprobado en el marco del Plenario del Consejo Municipal de enero. Se trata de un plan de usos que pone límites a un tipo de actividad surgida con la pandemia y que quiere blindar los barrios y el tejido urbano ante la apertura de nuevas cocinas y supermercados fantasma, "hacer desaparecer los supermercados fantasma existentes y facilitar que el comercio de proximidad pueda ofrecer el reparto a domicilio de manera ordenada", indica el Ayuntamiento de Barcelona.

El Consistorio recuerda que a raíz de la pandemia, el comercio electrónico y las entregas a domicilio de productos, alimentos y comidas preparadas han tenido un alto crecimiento. "Esto hizo proliferar las actividades dedicadas a estos servicios, en establecimientos que habitualmente no están abiertos al público y suponen un movimiento importante de repartidores en el entorno inmediato. Surgieron negocios como las cocinas fantasma o macrococinas, que agrupan varias cocinas industriales en espacios normalmente grandes y opacos dedicados exclusivamente a preparar pedidos para repartir que crean problemas de olores y ruidos, y los black stores o supermercados fantasma, que son almacenes de alimentos donde se preparan las compras en línea para entregarlas a domicilio. Los dos tipos de establecimientos aparecieron sin un marco normativo que los regulara y generaron rechazo vecinal y tensiones en la movilidad y por el uso muy intensivo del espacio público y los problemas de convivencia derivados", señala.

Para "evitar un crecimiento desordenado" de estas actividades, en marzo del 2021 se aprobó una suspensión de licencias vinculadas a las macrococinas para avanzar hacia una nueva regulación. Y en marzo del año pasado el Gobierno municipal aprobó inicialmente el plan de usos que ahora, después de incorporar mejoras recogidas a través de un proceso participativo y las conversaciones con los grupos, se ha aprobado. El espíritu del documento es muy claro: equilibrar el uso de los espacios urbanos, garantizar un modelo comercial sostenible y hacer compatibles las actividades económicas con el día a día del vecindario y el derecho a la vivienda.

CONVERSIÓN A OTRAS ACTIVIDADES PERMITIDAS

Por una parte, los supermercados fantasma —almacenes con reparto a domicilio— quedan totalmente prohibidos. "Esta actividad no tiene cabida en la ciudad por las molestias que causa y, por lo tanto, no se podrá implantar ningún establecimiento de este tipo. Los establecimientos de este tipo que han estado operando se podrán transformar en otras actividades permitidas; en concreto, en almacenes alimentarios sin reparto a domicilio o en supermercados abiertos al público. Por lo tanto, una vez entre en vigor la nueva normativa, el Consistorio realizará los controles pertinentes para asegurar que los locales que han funcionado hasta ahora de manera alegal como supermercados fantasma se adecuen a una actividad permitida", indica el Ayuntamiento de Barcelona.

Con respecto a las cocinas fantasma, no se podrá abrir ninguna en los barrios de Barcelona. Se prevé una única excepción: se admiten en el ámbito industrial de la Zona Franca, siempre y cuando haya un máximo de un establecimiento en un radio de 400 metros —equivalente a tres manzanas de L’Eixample—. Esto supone una novedad respecto a la aprobación inicial, que también preveía este tipo de cocinas en los polígonos del Besòs y de la Marina del Prat Vermell, pero ahora se restringe esta posibilidad por la proximidad de estos entornos industriales a ámbitos residenciales. Además, para evitar que los establecimientos de platos preparados se conviertan en cocinas fantasma encubiertas, se establecen condiciones de densidad y superficie máxima para este tipo de actividad.

REPARTO A DOMICILIO

Otro de los ejes básicos del documento es cuidar el espacio público y evitar el desorden y la saturación que puede producir el ir y venir constante de repartidores, que muy a menudo va asociado a la entrega a domicilio de las actividades. Por eso, se internalizan en los mismos establecimientos las necesidades de movilidad del servicio a domicilio, y habrá una serie de establecimientos que tendrán que regularizar la actividad de reparto a través de una autorización.

Esto se aplicará a los establecimientos de restauración, en función de su tamaño. Por lo tanto, los restaurantes que reparten comida a domicilio tendrán que disponer de un permiso específico para esta actividad complementaria, y deberán solicitarlo durante los dos años siguientes a la entrada en vigor del plan.

Para obtener el permiso complementario habrá que dedicar un mínimo del 40% de la superficie a uso público, un requisito que busca impedir que cocinas o supermercados fantasmas abran una ventanilla de venta y camuflen así su actividad. Además, tendrán que permitir a los repartidores el acceso al establecimiento, incluido el uso de los servicios.

Aparte, los locales tendrán que reservar un espacio de espera para los repartidores en función del tamaño del establecimiento. Los de menos de 200 m2 no hará falta que reserven espacio; los de entre 200 y 300 m2 tendrán que destinar 10 m2 a espacio de espera para los repartidores, y los establecimientos que tengan una superficie de más de 300 m2 deberán reservar 5 m2 por cada 100 m2 para los repartidores y podrán tener como máximo una estación de cocción.

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