Hablando de gente que ha hecho mucho, José María Bonmatí merece un gran espacio. El sector de gran consumo y las relaciones entre los fabricantes y los distribuidores estarían regidos por unas reglas seguramente mucho peores de las que hubieran salido desde otro Aecoc diferente.
Y lo digo con la tranquilidad y la certeza que da coincidir con la opinión de muchísimos directivos y empresarios que lo creen también así. Y aun sabiendo que este artículo -y muchas de las palabras que hay en él- incomodan seguramente a un protagonista básicamente discreto, hay que echar a andar y trazar camino más allá de este titular.
José María ha trabajado en una sola compañía -Aecoc-, pero su buen hacer ha propiciado que durante 40 años la haya construido y reconstruido constantemente con buen criterio… Desde el origen hasta la madurez y sin parar nunca. Desde los diez socios iniciales -también consejeros-, que lo fueron por la "codificación comercial", a los 35.000 de hoy que reclaman respuestas concretas a preguntas concretas de negocio para mejorar. De dar cobijo a él mismo y a un técnico, hasta más de 150 empleados directos que dispensan atención a todas horas.
Empezó de muy jovencito, en el ámbito de la actividad profesional de su tío Alfonso -otro grande que también merece distinción sectorial-, porque el destino le arrebató prematuramente a su padre y, siendo el hermano mayor, tuvo que salir a por habichuelas cuando todavía era un estudiante imberbe recién ingresado en la Facultad de Ciencias Económicas.
Él ha sido desde entonces el gran transformador de una asociación que nació con un compromiso muy elemental (gestión de banco de datos de los usuarios del código de barras) y se transformó en una empresa de servicios que maneja las vinculaciones económicas, administrativas y logísticas de 35.000 empresas que ansían mejorar sus eficiencias y competitividad. En época de "lo fácil es lo mejor", Aecoc-Asociación se ha convertido en una empresa que está sujeta a las leyes del mercado y que factura más por servicios que por cuotas de sus socios.
Yo estuve allí certificando el principio y construyendo junto a José María un nuevo oráculo que decía algo así como "mejorar las relaciones comerciales en la cadena de suministro", y decidiendo, casi asambleariamente, que debíamos aspirar a traspasar la línea de ser una simple administradora ajena a la competencia y pasar a ser una sociedad gestora inmersa en las leyes del mercado.
En aquella época había dos grandes referentes: el Food Marketing Institute de USA y el reputado Institute of Grocery Distribution en el Reino Unido. Lo hacían casi todo bien y a lo grande. Recuerdo haber ido de pardillos con José María, a Chicago, a desbrozar las claves del liderazgo y sacar algunas ideas.
Poco después, yo -ya se ve que sin visión alguna- abandoné el barco. Desde entonces, todos hemos sido testigos de que la producción no se ha detenido nunca: desarrollo de estándares, recomendaciones, normas, códigos de conducta y conocimiento, estudios, cursos y, sobre todo, aproximación a mucho conocimiento con el que profesionalizar y dignificar los negocios de comprar y vender, y repartir orgullo de pertenencia a un sector entonces denostado.
Sin olvidar, quizá más importante, en transversal, el fomento atómico del intercambio y la relación multilateral.
Aecoc es, para quien no lo sepa, el mayor organizador de congresos, encuentros empresariales y seminarios en España: de gran consumo, de ferretería, de productos perecederos, de sostenibilidad, de "pérdida desconocida", de farmacia… Cada año pasan más de 17.500 empresarios y directivos por ahí.
Pies tranquilos y no ruidosos. Andar prudente.
En una conferencia, Luis Conde, el famoso cazatalentos y "lobo de mar", puso el ejemplo de varias personas clave que habían sido transformadoras de sus organizaciones, propiciando el crecimiento y desarrollo al albur de sus directrices… Entre ellas estaba, lo puedo jurar, Leopoldo Fernández Pujals, fundador de Telepizza, y José María Bonmatí, podríamos también decir fundador de Aecoc: sin ellos, ni Telepizza habría sido Telepizza, ni Aecoc la Aecoc de hoy. Lo dijo Conde, palabra de honor.
Bonmatí ha sido el gran timonel que ha conducido a Aecoc a ser la mayor -y probablemente más activa- asociación empresarial de nuestro país.
Quizá no es un caso que en lo personal se parezca a los grandes visionarios de la nueva economía, pero sí lo es del que se arremanga y conduce con pulso firme y sorteando los obstáculos. Es un gran y muy seguro conductor en el corto que no quiere publicidad. No vende paisajes lejanos ni historias exageradas. Es un aliado del día a día y que construye sin escuchar a sirenas.
Su escuela fue de la mejor bebiendo de dos fuentes principales: Alfonso Bonmatí (el auténtico promotor del asociacionismo ) y Federico Riera Marsá, empresario intuitivo de la posguerra que entendió y demostró la importancia de las alianzas con los mejores profesionales y empresas del mundo.
Que nadie busque en José María la imagen del líder de libro. Sube cimas prudentes y corre maratones asequibles asumiendo principios de éxito:
1. NO meterse en líos innecesarios.¿Para qué vender las estrellas si el sol es la más brillante?
2. Revisar muy bien la política de alianzas y apostar por el crecimiento orgánico. Lejos del "vísteme despacio que tengo prisa" y promotor del "qué inútil es correr, qué fácil es caer".
3. Rodearse de grandes que te amparen y justifiquen, y de los que además puedas aprender un montón o "quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija"… (Ha tenido presidentes y consejeros de valor incalculable).
4. Calcular el rendimiento económico de los proyectos: han de ser útiles, pero también financiarse.
5. Mantener una actitud amigable y próxima (con el asociado, con el cliente, con el socio). Nada de "mal rollo institucional".
6. Acceder a las personas desde la humildad. No actuar para ser visto, ni utilizar a los demás en propio beneficio.
7. Ser honesto y trabajador, que por supuesto también va en el puesto.
8. Ser poco hablador: lo justo y, si puede ser, simpático. La discreción es un activo sin fin.
Y 9. Ser fuente de saber, conector de profesionales y red de aproximación.
Al final suele ser una buena pista que mucha gente hable bien de ti. Como de Bonmatí. Está claro que se lo merece.
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