El consejero delegado de Unilever, Fernando Fernández, se ha tomado en serio la tarea de afinar la estructura del gigante propietario de marcas como Dove y Hellmann's.
El CEO argentino considera que la compañía se ha vuelto demasiado burocrática e ineficiente, lo que al cabo de los años ha resultado en bajo rendimiento y complacencia entre sus empleados.
En el último año y medio, Unilever ya ha recortado un 18% de empleos de oficina para acabar con lo Fernández considera "bolsas de mediocridad", según ha explicado en una conferencia en la Barclays Global Consumer Staples de Boston que recoge Bloomberg.
Pero el plato fuerte de su batería de medidas para reimpulsar la compañía consiste en reemplazar a 50 de los 200 altos directivos de la empresa, una criba que Fernández espera llevar a cabo después de un examen detenido de sus diferentes funciones. Un análisis preliminar ya sugiere que al menos el 25% de estos directivos debería "renovarse".
"Unilever ha funcionado de manera muy irregular", ha subrayado Fernández, que se ha referido a la frustrada compra por parte de Kraft Heinz en 2017 como el punto de inflexión en que todo comenzó a descarrilar para Unilever. "Dejamos de enfocarnos en el crecimiento de los volúmenes", ha añadido. En la actualidad, señala, la multinacional que dirige es una "organización inflada".
Es por este motivo que desde antes incluso de acceder al cargo —era director financiero del anterior CEO, Hein Schumacher—, Fernández ha sido partidario de la venta de marcas y de la segregación del negocio de Helados. Como consejero delegado, anunció desde un principio que se concentraría en las 30 principales marcas, sobre todo en los segmentos de Belleza y Cuidado Personal. Ahora ha prometido que no se aventurará en nuevas operaciones de compra salvo en dos mercados: Estados Unidos e India.
"India será para Unilever lo que China ha sido para algunos de nuestros competidores durante la pasada década", ha subrayado.
Bajo Schumacher, Unilever ya se había comprometido a recortar 7.500 empleos de oficina.