Francia ha decidido dar más tiempo a las empresas para adaptarse a la eliminación de los vasos de plástico de un solo uso, uno de los últimos grandes frentes abiertos en su agenda regulatoria contra los envases desechables. El Gobierno ha aprobado un decreto que aplaza de 2026 a 2030 la fecha en la que dejará de permitirse su comercialización, una medida que introduce un compás de espera en una normativa que afecta de lleno a la restauración, el take away y el gran consumo.
El Ejecutivo justifica el retraso en las conclusiones de un análisis técnico realizado este año sobre la viabilidad real de la prohibición. Según el texto, el nuevo calendario permitirá a fabricantes y distribuidores disponer de más margen para desarrollar alternativas y reorganizar sus cadenas de suministro, en un contexto en el que las soluciones plenamente reciclables o reutilizables no están aún generalizadas a gran escala.
El decreto fija además un nuevo punto de control en 2028, cuando las autoridades revisarán los "progresos realizados" antes de confirmar definitivamente la entrada en vigor de la prohibición dos años después. A partir de enero de 2030, se prevé también un periodo transitorio para agotar las existencias de vasos fabricados o importados con anterioridad a esa fecha, una concesión clave para limitar el impacto económico sobre la industria.
Reducción de plásticos, una agenda acelerada
El aplazamiento contrasta con el tono firme que Francia ha mantenido en los últimos años en materia de reducción de plásticos. Desde 2021 están prohibidas las pajitas, los cubiertos y los palitos de plástico de un solo uso, y en 2022 se amplió el veto a las bolsitas de té con envoltorio plástico y al embalaje plástico de periódicos y revistas, además de imponer restricciones a los envases para frutas y verduras.
Para el sector del gran consumo, la decisión supone un alivio parcial. Grandes fabricantes de bebidas, cadenas de restauración y operadores de distribución habían advertido de las dificultades técnicas y de costes para sustituir de forma inmediata los vasos desechables, especialmente en segmentos de alto volumen y bajo margen.
En cualquier caso, el aplazamiento no acaba con la presión regulatoria y la necesidad de invertir en innovación, un coste añadido que pesa cada vez más sobre la cuenta de resultados de las empresas. Francia vuelve así a marcar el ritmo europeo en política medioambiental.