En plena crisis del comercio tradicional, un informe publicado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) revela que el 95% de la carne y el 75% del pescado vendidos en mercados municipales, carnicerías y pescaderías de barrio carecen de la información obligatoria sobre su origen. Una carencia que impide, según la organización, que el consumidor pueda elegir productos de proximidad o con criterios de sostenibilidad.
El estudio, financiado por el Ministerio de Asuntos Sociales, Consumo y Agenda 2030, ha analizado la trazabilidad y los precios en 400 puntos de venta de siete grandes ciudades españolas —Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Sevilla, Bilbao y A Coruña—, incluyendo tanto supermercados como tiendas de barrio. Los resultados muestran una brecha clara entre ambos canales.
Mientras que las grandes cadenas cumplen mayoritariamente con la normativa —gracias, en parte, a que la mayoría de sus productos se venden envasados—, el comercio tradicional continúa rezagado. "Hasta un 95% de la carne no presenta información sobre el país de nacimiento, cría, sacrificio o despiece del animal", subraya la OCU. En el caso del pescado, tres de cada cuatro puestos no indican ni el origen ni el arte de pesca empleado, incluso cuando se trata de especies locales.
El contraste con los supermercados es evidente. Según la organización, la trazabilidad está "razonablemente garantizada" en las grandes superficies, donde la carne —ya sea de ternera, cerdo o pollo— es casi siempre de origen nacional y va acompañada de etiquetas completas. En el caso del pescado, aunque el cumplimiento es alto, todavía se detectan carencias en el detalle del arte de captura o las zonas FAO, cuya codificación resulta poco comprensible para el cliente medio.
Más allá de la falta de transparencia, el problema tiene una dimensión ambiental y económica. Sin información clara, los consumidores no pueden optar por productos locales ni valorar si las capturas proceden de métodos más sostenibles, como el palangre o las nasas. Tampoco es posible identificar prácticas ganaderas que garanticen el bienestar animal.
Ante esta situación, la OCU reclama a las administraciones autonómicas reforzar las inspecciones y promover programas de formación específicos para los profesionales del pequeño comercio. El objetivo: garantizar que la información sobre el origen y las condiciones de producción llegue también al mostrador del barrio.
"Los supermercados han demostrado que la trazabilidad es posible y que beneficia tanto al consumidor como al productor", señala la organización. El reto, ahora, es que la transparencia llegue al comercio tradicional, que pierde cuota de mercado de año en año y se encuentra a la busca de fórmulas para reenganchar a los consumidores.