Gerardo Martínez

| El cubo de Rubik: responsabilidad en la toma de decisiones | -

Un cubo de Rubik
Un cubo de Rubik

Estés como estés, podrías estar peor: podrías tener que tomar una decisión. Pero no una cualquiera, una que afectase a tu negocio, a tu bolsillo. Ni siquiera esa. Tomar una decisión que, además de afectar a la cuenta de pérdidas y ganancias, afectase a las personas que te rodean.

Estés como estés podría ser peor: siempre habrá un día que has de tomar una decisión. No digo la decisión, porque si sólo hubiese que tomar una, por muy importante que ésta fuese, todo podría ser más llevadero.

No, el directivo se encuentra con la toma de multitud de decisiones a diario en todos los frentes. Decisiones en muchos casos que no son fáciles, que afectan al entorno, porque, a fin de cuentas, la empresa no es sino un sistema completo y complejo por lo que un tratamiento, una decisión, en busca del efecto de sanación provocará efectos secundarios, incluso contraindicaciones dentro del sistema, a lo mejor en el departamento que considerábamos que íbamos a sanar, o en las antípodas del mismo, en aquel que no tuvimos en consideración a la hora de valorar los pros y contras de lo que decidimos.

El directivo se enfrenta a su particular rompecabezas mecánico tridimensional, como el inventado por el escultor y profesor de arquitectura húngaro Erno Rubik en 1974. La empresa posee departamentos definidos, al igual que el Cubo de Rubik, posee colores uniformes, se mueve como este, girando cada una de sus caras, sus departamentos, interactuando entre ellos, mezclando así los colores, hasta conseguir resolver el rompecabezas, que cada cara vuelva quedar en un solo color. Todos los que hemos jugado alguna vez con el Cubo de Rubik sabemos lo que cuesta lograr su resolución; todos los directivos que han de tomar decisiones saben lo difícil que es casar los intereses de cada uno de sus departamentos.

Tanto los individuos como las organizaciones prosperan o fracasan como resultado de las decisiones que toman. Algunas veces, la toma de decisiones es un proceso de prueba y error. Otras, las decisiones son certeras y sus resultados favorables con un margen de error mínimo, generalmente porque media la experiencia y el dominio de un campo específico o la energía positiva de quien las toma.

En realidad, cada vez que intentamos de nuevo conseguir que nuestro Cubo de Decisiones alcance el éxito, no hacemos sino continuar nuestro proceso continuo de aprendizaje, sin olvidar que tan importante es la toma de una decisión como la intención, la actitud y los valores que se manejan en el proceso.

Sobre el autor

Gerardo Martínez es socio director de ESB Consultores, consultora especializada en Dirección Estratégica Empresarial. Licenciado en Derecho y Marketing y Master MBA por iE, cuenta con una dilatada experiencia profesional desempeñando puestos de relevancia en Departamentos Comerciales, de Marketing y RR.HH en sectores como automoción, farmacéutico, retail o industrial.

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