Retailers | Alexandre Bompard, un político aventurero en la presidencia de Carrefour

Muy cercano al presidente Macron y al Ejecutivo francés, Bompard ha tejido una tupida red de lealtades y contactos que preparan el terreno para su eventual salto a la política francesa. En sus manos, Carrefour se ha convertido en una plataforma de influencia política.

El director general de Carrefour, Alexandre Bompard, junto al ministro de Finanzas, Bruno Le Maire. (Foto: Geoffroy van der Hasselt)
Alexandre Bompard en 2019, durante una visita al Palacio del Eliseo. (Foto: Ludovic MARIN/AFP)

Alexandre Bompard (50 años, Saint-Étienne) es un hombre cultivado y ambicioso, de amplios intereses más allá del sector alimentario y la empresa privada. Educado en las escuelas de élite de la Alta Administración francesa, muchos consideran su reciente cambio de tono como una maniobra preparatoria para un eventual salto a la vida pública.

Durante las últimas semanas, Bompard ha comparecido en los principales medios de comunicación de Francia con un propósito claro. Se trata de subrayar que él, presidente del Grupo Carrefour, está del lado del pueblo francés frente a la 'especulación' de los fabricantes y las multinacionales, a quienes señala como principales responsables de la inflación.

Como en las novelas de Flaubert, nuestro protagonista ha cambiado de bando en el momento oportuno. Sin embargo, esto no debería sorprendernos: Bompard pertenece a una larga tradición de hombres de estado franceses para quienes la empresa privada es más bien un destino temporal, equivalente a una embajada en el extranjero o una secretaría de Estado.

Nacido en el seno de una familia de la burguesía provinciana de Saint-Étienne, su madre fue comerciante y su padre jefe de delegación del partido Rassemblement pour la République (RPR), después alcalde de Megève en 1983 y más adelante presidente del club de fútbol AS Saint-Étienne entre 1997 y 2003.

Una vez finalizado el bachillerato, Bompard prosiguió sus estudios en el Institut d'Études Politiques de París y después en la École Nationale d'Administration (ENA), un recorrido habitual entre los altos cargos de la República Francesa, entre ellos el presidente Emmanuel Macron

Graduado en 1999 con una calificación suficiente, se convierte en inspector de finanzas.

Sin embargo, pronto recibe la llamada de la política. En 2003 es nombrado asesor técnico de François Fillon, por entonces ministro de Asuntos Sociales bajo la presidencia de Jacques Chirac. 

Un año más tarde inicia su andadura en el sector privado. Es nombrado director de gabinete del presidente de la cadena de televisión Canal +. En 2008, obtiene el cargo de director general de la radio Europe 1.  En 2010, Bompard deja Europe 1 para ocupar la presidencia de Fnac. Por último, en julio de 2017 es nombrado presidente del Grupo Carrefour.

No obstante, las lealtades de Bompard se encuentran al otro lado de la puerta giratoria.

El presidente del Grupo Carrefour ha tejido una tupida red de lealtades y contactos desde que era estudiante que preparan su carrera en dirección a las instituciones públicas

En la actualidad se ha alineado de manera muy clara con la política intervencionista del Ejecutivo francés y, en particular, con el ministro de Finanzas Bruno Le Maire —también antiguo estudiante del Institut d'Études Politiques y de la ENA—, con quien tiene gran sintonía y junto al que ha aparecido en varias comparecencias durante la crisis inflacionaria (ver foto arriba).

De hecho, ha respaldado de manera incondicional todas las proclamas de Le Maire: el control de precios, la denuncia de la 'shrinkflation' y la campaña de señalamiento contra Unilever, Nestlé y Pepsico.

Además, Bompard está casado y tiene tres hijos con Charlotte Caubel (51 años, Nancy), que desde mayo de 2022 es secretaria de Estado para la Infancia en el gobierno de Élisabeth Borne. 

El presidente del Grupo Carrefour ha tejido una tupida red de lealtades y contactos desde que era estudiante que preparan su carrera en dirección a las instituciones públicas.

Sin embargo, la inflación se ha interpuesto en su camino. No sólo ha elevado los costes del sector alimentario, reducido los volúmenes de ventas y los márgenes de beneficio, sino que ha expuesto al sector a una caída en su reputación sin precedentes. Para un ejecutivo con aspiraciones políticas, una coyuntura como esta puede resultar mortal.

De ahí que deba maniobrar con rapidez en estas aguas turbulentas: no como empresario, sino como político.

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