Carmila, la inmobiliaria comercial vinculada a Carrefour, está reconfigurando su red de centros en España con una estrategia clara: adaptar sus espacios para atraer a nuevos operadores y revitalizar la experiencia de compra.
La forma de consumir ha cambiado, como también lo han hecho las necesidades de los comerciantes, que en la actualidad exigen locales más amplios y diáfanos para desarrollar su oferta comercial.
Una de las claves de esta hoja de ruta es la medianización, una estrategia que gana terreno en su porfolio español y que consiste en transformar locales pequeños, muchos de ellos herencia de modelos comerciales de hace décadas, en superficies medianas capaces de albergar marcas más relevantes, actuales y con mayor capacidad de atracción.
"La medianización no es más que la fórmula correcta para adaptarnos a los nuevos espacios que nos demandan tanto las marcas como nuestros clientes", ha explicado Jorge Breva, director de Operaciones Zona Norte y Valoración de Activos de Carmila España.
De pequeños locales a motores de atracción
La operación puede parecer sencilla, pero su impacto es notable: fusionar locales de 30 o 50 metros cuadrados —difíciles de rentabilizar hoy— para crear espacios más amplios y adaptados a las necesidades del retail contemporáneo. Con ello, Carmila logra atraer operadores en expansión y revalorizar áreas hasta ahora infrautilizadas de sus centros. Según Breva, esta táctica ha permitido "aumentar el valor de los activos, mejorar rentas y ocupaciones, y reducir gastos comunes que antes no se podían repercutir".
Los resultados comienzan a hacerse visibles en proyectos como El Mirador de Burgos, donde en menos de un año han abierto sus puertas marcas como Kiabi, MediaMarkt o Kiwoko en nuevas medianas comerciales desarrolladas fuera de la galería interior. Y en el interior, casos como la llegada de Guaw a Salamanca o KFC a Elda-Petrer (Alicante) dan cuenta del potencial de esta estrategia.
La transformación va más allá del aprovechamiento físico. Carmila aplica una lectura estratégica del espacio, basada en criterios como la densidad de vacíos, el flujo de visitantes o la capacidad de cada área para atraer tráfico. Así, el objetivo no es solo reordenar el espacio, sino repensar su función dentro de una oferta más diversificada que supere el modelo clásico centrado en el hipermercado.
Una reestructuración con impacto económico
El impacto económico de estas reformas no es menor. La creación de espacios más atractivos contribuye directamente a la revalorización del patrimonio, incrementa la rentabilidad y permite atraer a operadores que anteriormente descartaban este tipo de centros por su escasa flexibilidad espacial.
En un entorno en el que la competencia por atraer a las marcas es cada vez más intensa, Carmila consolida con esta fórmula una vía efectiva para mantener la relevancia de sus centros. La apuesta por medianas superficies permite, además, adaptarse a sectores en auge como la moda, la decoración o el cuidado de mascotas, alineándose con las nuevas demandas del consumidor.
Este proyecto forma parte del plan de Carmila conocido a nivel interno como Building Sustainable Growth, que tiene tres pilares: hacer de la compañía una incubadora omnicanal para comerciantes, liderar la transformación sostenible de las regiones en las que opera y ejecutar con agilidad proyectos de reposicionamiento de activos.