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SECTOR FMCG

Retail alimentario ante la nueva Ley 1/2025: prevención, donación y responsabilidad compartida

Artículo de María José Herrero y Silvia Ros, cofundadoras Comunidad DAS (Desperdicio Alimentario Sostenible), incluido en exclusiva en el Anuario de la Innovación 2025 de FRS Food Retail & Service.

Publicado: 05/06/2025 ·13:48
Actualizado: 05/06/2025 · 13:50
  • Muchas cadenas de retail ya están demostrando que es posible reducir el desperdicio y mejorar la cuenta de resultados a la vez.

A las ocho de la mañana, los lineales están llenos. La fruta brilla, los yogures se apilan, el pan huele a recién hecho. Pero al final del día, parte de esa comida terminará en un contenedor. Esta escena se repite a diario en miles de supermercados. Y aunque parezca inevitable, no lo es.

Durante años, la lucha contra el desperdicio alimentario ha sido una cuestión de voluntad. Algunas cadenas han hecho avances significativos: acuerdos con bancos de alimentos, descuentos en productos próximos a su fecha de caducidad, campañas de concienciación o nuevos formatos de venta. Sin embargo, muchos de estos esfuerzos se han quedado en la esfera de lo voluntario, de lo que "queda bien" o de lo que aporta un valor reputacional.

Desde el pasado 1 de abril, España cuenta oficialmente con una nueva ley para frenar el desperdicio de alimentos: la Ley 1/2025. Aunque se aplica con efectos desde enero, algunas de sus medidas empezarán a ser obligatorias en abril de 2026. La norma afecta a toda la cadena alimentaria –desde la producción hasta el comercio– y obliga, por ejemplo, a tener un plan para evitar tirar comida que todavía se puede aprovechar.

Es una ley pionera y necesaria, pero que marca un mínimo legal, no un punto de llegada. La ley llega con una idea clara: dejar de ver el desperdicio como una consecuencia inevitable del sistema para empezar a gestionarlo como lo que realmente es: un fallo que puede y debe corregirse.

Y lo hace a través de una serie de medidas que interpelan directamente a las grandes superficies, supermercados y tiendas de alimentación. Una de las claves está en aplicar la conocida "jerarquía de prioridades": primero prevenir, luego donar, después valorizar. Solo al final, si no hay otra salida, desechar. El retail no solo debe asumir esta lógica en su operativa, sino también en los eslabones de la cadena sobre los que tiene control, como la distribución o la logística.

La donación de alimentos aptos para el consumo se convierte así en un pilar central. No solo se refuerza su obligatoriedad (como ya indicaba la Ley 7/2022 de residuos), sino que se blinda legalmente: ningún contrato puede prohibir. Cualquier cláusula que impida donar alimentos será considerada nula. Este punto no es menor: implica revisar acuerdos, protocolos y relaciones con proveedores para asegurar que no haya frenos normativos a la redistribución de excedentes.

Además, el texto exige que los establecimientos cuenten con un plan de prevención del desperdicio alimentario. No se trata de un documento decorativo, sino de una herramienta viva, adaptada a la realidad de cada operador, que permita identificar puntos críticos y establecer mejoras continuas. La norma introduce una distinción por tamaño: quedan exentos los comercios de menos de 1.300 m2, salvo que pertenezcan a un grupo que supere ese total con el mismo NIF.

El enfoque también es ético: se prohíbe expresamente deteriorar o inutilizar alimentos para impedir su aprovechamiento. Una práctica que, aunque residual, aún persiste en algunos contextos.

El texto exige que los establecimientos cuenten con un plan de prevención del desperdicio alimentario. No se trata de un documento decorativo, sino de una herramienta viva, adaptada a la realidad de cada operador

Más allá de las obligaciones, la ley sugiere líneas de actuación voluntarias que merecen atención: desde fomentar la venta de productos "feos" o imperfectos, hasta diseñar mejores protocolos logísticos o formar al personal en buenas prácticas. Estas recomendaciones no son decorativas. Pueden convertirse en una ventaja competitiva para quien sepa implementarlas con coherencia.

El retail se encuentra, por tanto, ante un punto de inflexión. Tiene la capacidad –y ahora también la obligación– de liderar un cambio de mentalidad. Lo que hasta ahora era una suma de buenas intenciones se convierte en política pública. Y eso obliga a moverse.

Pero lejos de ser una amenaza, la nueva ley puede ser una oportunidad. Una invitación a revisar procesos, a crear alianzas con entidades sociales, a innovar en el lineal, a hablar de desperdicio sin eufemismos. Porque, en el fondo, lo que está en juego no son solo toneladas de comida. Es la credibilidad de un sector que quiere mirar al futuro sin dar la espalda a lo esencial.

Cifras que hablan.
Cifras que hablan.

EL RETAIL COMO ACTOR CLAVE DEL CAMBIO

Los puntos de venta son espacios estratégicos donde confluyen decisiones empresariales, expectativas del consumidor y productos con fecha de caducidad. La distribución alimentaria ocupa un lugar estratégico en la cadena de valor. Está entre los productores y los consumidores y, por tanto, puede influir en ambos extremos: en la oferta que selecciona y en la demanda que modela.

Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, cerca del 13% del desperdicio alimentario en España se genera en el ámbito de la distribución, lo que convierte al retail en un actor con una enorme capacidad de influencia, pero también de innovación y liderazgo.

El desperdicio en el retail tiene muchas caras: alimentos que no cumplen criterios estéticos, errores de previsión, ofertas que incitan al sobreconsumo o la falta de estrategias para dar salida a productos próximos a caducar. Combatir el desperdicio no solo es una obligación legal: es también una oportunidad para redefinir el modelo de negocio desde la eficiencia, la sostenibilidad y el propósito.

RETOS ESPECÍFICOS DEL SECTOR

La implementación de la ley plantea retos logísticos, tecnológicos y culturales para el retail. Gestionar stocks de forma más precisa, facilitar donaciones en condiciones seguras, registrar datos de pérdidas, formar al personal... Todo ello requiere inversión y visión estratégica.

Además, existen barreras culturales que no siempre son fáciles de desmontar. En el punto de venta, la frescura extrema y la abundancia visual siguen siendo sinónimo de calidad para muchos consumidores. Por otro lado, el miedo al desperdicio lleva a veces a sobrecompensar, generando promociones que incentivan compras excesivas.

Superar estos retos requiere apostar por una nueva narrativa en torno a los alimentos, en la que el valor no dependa solo de la apariencia o de la fecha impresa en el envase, sino de su historia, su impacto y su destino.

DE LA OBLIGACIÓN A LA OPORTUNIDAD

Frente a estos desafíos, muchas cadenas de retail ya están demostrando que es posible reducir el desperdicio y mejorar la cuenta de resultados al mismo tiempo. Algunas iniciativas inspiradoras:

Apps de rescate de alimentos integradas en tiendas para vender productos en perfecto estado a precio reducido.

• Secciones dedicadas a frutas y verduras "imperfectas" o a productos de "segunda vida".

Descuentos dinámicos según fecha de caducidad, usando tecnología para ajustar precios en tiempo real.

Donaciones estructuradas a bancos de alimentos y entidades sociales, acompañadas de una correcta trazabilidad y formación.

Además, estas acciones están siendo reconocidas y valoradas por los consumidores. La sostenibilidad, la transparencia y la responsabilidad social se están convirtiendo en factores decisivos de compra y fidelización. Hoy más que nunca, el desperdicio alimentario no es solo un problema: es una puerta a la innovación.

Una de las claves está en aplicar la conocida "jerarquía de prioridades": primero prevenir, luego donar, después valorizar. Solo al final, si no hay otra salida, desechar

✅ 5 claves para reducir el desperdicio en tu punto de venta

1. Conoce tus datos: mide, registra y analiza dónde y por qué se pierde alimento en tu tienda.

2. Activa descuentos por fecha: ofrece precios especiales para productos que se acercan a su caducidad.

3. Forma al equipo: sensibiliza a tu personal sobre la importancia de reducir pérdidas y cómo actuar.

4. Colabora con entidades sociales: estructura donaciones seguras y trazables con bancos de alimentos.

5. Cambia el relato: comunica con orgullo tus acciones contra el desperdicio y educa a tus clientes.

¿Y si hablamos también de justicia alimentaria? El desperdicio alimentario también es equidad. En un país donde millones de personas viven en situación de inseguridad alimentaria, tirar comida en buen estado es un escándalo ético. Por eso, la prevención del desperdicio debe ir de la mano de la lucha contra el hambre y la pobreza.

El retail puede ser un aliado clave de bancos de alimentos, entidades sociales y redes vecinales, ayudando a canalizar excedentes, donar alimentos seguros o incluso generar empleo social en tareas de clasificación y reparto. Este tipo de alianzas refuerzan el tejido comunitario y dotan al retail de un propósito que va más allá de la venta.

En este sentido, la ley también invita a repensar el modelo desde una perspectiva de derecho a la alimentación, no solo de gestión de residuos.

La donación de alimentos aptos para el consumo se convierte en un pilar central.
La donación de alimentos aptos para el consumo se convierte en un pilar central.

DEL CUMPLIMIENTO AL LIDERAZGO SECTORIAL

La nueva ley marca el camino, pero no sustituye al compromiso genuino ni a la ambición transformadora. El sector retail puede limitarse a cumplir los requisitos, o puede aprovechar la coyuntura para liderar una nueva manera de entender la distribución de alimentos: más justa, eficiente y alineada con los retos del siglo XXI.

Incorporar la sostenibilidad alimentaria como eje estratégico es una apuesta por la resiliencia empresarial, la reputación de marca y la confianza del consumidor. Las empresas que den el paso de forma valiente no solo evitarán sanciones, sino que construirán un futuro. Porque, al final, no se trata solo de dejar de tirar comida. Se trata de revalorizarla, de contar nuevas historias y de recuperar el sentido profundo de alimentar: cuidar, compartir, sostener.

En DAS, nuestra consultoría, llevamos años acompañando a empresas del sector alimentario –muchas de ellas grandes cadenas de distribución y operadores clave del retail– en la puesta en marcha de soluciones frente al desperdicio alimentario. Lo hacemos desde una mirada estratégica y práctica, con proyectos que combinan el diagnóstico y la prevención con la formación de equipos, la creación de acuerdos con entidades sociales, y la mejora continua de indicadores clave.

Nuestra experiencia incluye desde iniciativas privadas hasta proyectos públicos, pasando por seminarios, formaciones internas y charlas de sensibilización para mejorar la cultura empresarial frente al desperdicio y avanzar en el cumplimiento normativo. Porque sabemos que detrás de cada dato hay margen de mejora. Y detrás de cada acción bien planteada, una oportunidad para hacer las cosas mejor.

 

María José Herrero / Silvia Ros

(*) Este artículo está incluido en el Anuario de la Innovación 2025 de FRS Food Retail & Service, una obra exclusiva que ha sido posible gracias al patrocinio de CampofrioCentral Lechera Asturiana (Grupo), Coca-ColaRandstadSDG Group y Shop & Roll, y con el apoyo de otras empresas anunciantes. 

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