La inmigración está transformando el panorama del gran consumo en España. Este segmento de la población crece a mayor ritmo que los sénior y está introduciendo cambios en los patrones de consumo que no siempre son bien comprendidos por las cadenas de supermercados y los fabricantes.
Según datos de Worldpanel by Numerator (antigua Kantar), los extranjeros suponen hoy el 14% del total de la población en España, y las proyecciones demográficas apuntan a que crecerán un 75% en los próximos 15 años, muy por encima del aumento previsto para la población mayor de 65 años (+44%). La evolución demográfica convierte a este colectivo en un segmento clave para el diseño del surtido, la innovación y la estrategia de marcas y distribuidores.
Pero no se trata sólo de una proyección a futuro: la aportación ya es tangible. En el primer semestre de 2025, el gasto en gran consumo de los hogares inmigrantes en España creció un 10,1%, más del doble que la media del mercado (4,3%). No solo gastan más, sino que configuran cestas de mayor tamaño y con un perfil propio. La penetración de zumos, mantequilla, cereales de desayuno o repostería supera en más de diez puntos la media nacional en este segmento, mientras que el peso en pescado fresco, marisco o aceitunas es inferior.
Latinoamérica, la mitad del mercado extranjero
La transformación del consumo está marcada, sobre todo, por la llegada de población latinoamericana. Seis de las diez nacionalidades con mayor presencia en España proceden de América —Colombia, Venezuela, Ecuador, Argentina, Perú y Cuba—, y casi la mitad del total de inmigrantes son nacidos en Latinoamérica, por delante de europeos (29%) y africanos (19%).
En total, existen 1,6 millones de hogares latinoamericanos, el 7,9% de todos los hogares del país, después de crecer más de un 20% en los últimos tres años. Su impacto en el mercado va más allá del dato demográfico: comen más en casa, hasta dos veces más por semana que la media nacional, y realizan compras menos frecuentes pero de mayor carga, según los datos de Numerator.
Las llamadas cestas de despensa, con más de 15 artículos, pesan siete puntos más entre los latinoamericanos, mientras que las compras de urgencia —tres o menos productos— suponen siete puntos menos que en el conjunto del país. Su comportamiento refuerza la rotación de categorías básicas y favorece las misiones de compra de mayor valor.
La marca propia tiene más peso entre los inmigrantes
El análisis de comportamientos revela un consumidor especialmente sensible al ahorro: el 84,6% de los mismos compara precios, el 61,3% busca promociones y el 74,6% declara que intenta controlar gastos, según encuestas de la consultora.
La marca de distribuidor (MDD) también pesa más para este segmento: alcanza el 50% de cuota de gasto frente al 44% del total del mercado. Este diferencial abre una brecha clara en las estrategias comerciales: la marca propia no solo crece por precio, sino porque se ajusta mejor a las misiones de compra voluminosas y de ahorro que caracterizan a estos hogares.
Fuera del hogar, el patrón también es distinto. Los inmigrantes latinoamericanos duplican la presencia del fast food frente a la media nacional (28,4% vs 14,6%), lo que posiciona a la restauración organizada como principal beneficiada y plantea interrogantes de cara al futuro para la hostelería independiente.
Para distribuidores y fabricantes, un reto y una oportundiad
Worldpanel by Numerator destaca que los hogares latinoamericanos buscan un equilibrio entre cocina casera y conveniencia, lo que impulsa tanto la compra de platos preparados como de ingredientes básicos. Esa combinación altera el ranking de marcas respecto al conjunto del mercado: los líderes entre los latinos son distintos a los grandes ganadores nacionales, abriendo una ventana de oportunidad para las compañías capaces de adaptar surtido, sabor y comunicación a este nuevo público.
La conclusión es clara: entrar o no en la cesta del consumidor inmigrante marcará la diferencia para muchas enseñas y fabricantes en los próximos años. En un mercado de crecimiento moderado y cuotas estables, el dinamismo demográfico de estos hogares puede convertirse en una palanca decisiva.