Mercadona está acelerando su transformación digital con una inversión de 250 millones de euros en los próximos tres años, enmarcada en su plan de excelencia tecnológica. Una de las palancas centrales de ese esfuerzo es la definición de una estrategia propia de inteligencia artificial (IA), concebida no como una carrera por incorporar la última tecnología disponible, sino como un marco común para aplicar la IA allá donde aporta valor real al negocio.
"La conversación tecnológica parece girar en torno a si ya dispones o no de una IA. En Mercadona el enfoque es mucho más pragmático: queremos desarrollar la mejor IA para vender lechugas", resume Sergio Pajares, director de Tecnología de la cadena, en una entrevista concedida al diario El Español.
La frase condensa la filosofía pragmática de la enseña que preside Juan Roig, que no concibe la tecnología como un fin, sino como medio —y que en ocasiones ha preferido no subirse a según que carros, como el de las cajas de autopago—.
Según explica Pajares, uno de los principales riesgos en la adopción de la IA es la fragmentación. "Cuando cada equipo crea sus propios modelos, cada área desarrolla soluciones aisladas y cada proyecto utiliza tecnologías diferentes, la organización pierde cohesión y se genera complejidad innecesaria", advierte. Para evitarlo, Mercadona ha definido una Estrategia de IA que establece un rumbo claro y un lenguaje común desde su sede de Albalat dels Sorells, donde trabajan 1.200 profesionales informáticos.
Tecnología para solucionar problemas reales
La clave, insiste, no está tanto en los algoritmos como en saber aplicarlos a la idiosincrasia de la empresa. "La diferencia competitiva estará en cómo cada compañía consiga que la IA entienda su realidad interna", señala. En su opinión, las empresas que logren que estos sistemas conozcan, interpreten y utilicen su propio contexto operativo —desde el funcionamiento de las tiendas hasta la lógica logística o el comportamiento del surtido— serán las que consigan diferenciarse de verdad.
Ese enfoque explica también la decisión de desarrollar modelos propios. "Disponer de nuestros propios modelos de IA nos da máxima adaptabilidad, control y capacidad de evolución", apunta Pajares. No se trata de replicar soluciones genéricas, sino de construir herramientas ajustadas a procesos muy concretos: tiendas, logística, prescripción y compras, finanzas u obras, entre otros.
El directivo subraya que no todos los procesos son candidatos naturales para la IA. "Hay que identificar en cuáles aporta un impacto real y en cuáles solo se convertiría en un escaparate tecnológico", afirma. Esa identificación, añade, no se hace desde un laboratorio, sino "pisando el terreno de nuestras tiendas y bloques logísticos para detectar dónde están los auténticos dolores de barriga".
Uno de los ámbitos donde la IA ya está demostrando su utilidad es el surtido, considerado la pieza central del modelo Mercadona. "Todos nuestros procesos digitales dependen de él. Si los datos fallan, todo falla", resume Pajares. En este terreno, la automatización mediante IA permite acelerar el alta de productos, reducir errores y ganar eficiencia, con un impacto directo en el funcionamiento diario del negocio.
"El riesgo en tecnología es enamorarse del algoritmo", concluye el directivo.