Shoppers | La 'compra por pánico' durante la pandemia vista por los científicos

Abastecerse de alimentos y otros artículos ayuda a las personas a sentir que tienen cierto nivel de control sobre lo que sucede o va a suceder, señalan estos expertos.

Lineal vacío de un supermercado durante el confinamiento
Lineal vacío de un supermercado durante el confinamiento

Con la irrupción del estado de alarma y el confinamiento hemos sido testigos en todo el mundo de comportamientos relacionados con el abastecimiento compulsivo de alimentos y productos de primera necesidad. Una cuestión que han analizado los científicos, quienes señalan que esta actitud ayuda a las personas a sentir que tienen cierto nivel de control sobre lo que sucede o va a suceder.

Especialistas del Instituto de Salud Mental de Singapur y de la Universidad de Barcelona han publicado un informe en el que constatan "miedos y ansiedad, depresión, pérdida, culpa, irritabilidad, sensación de aislamiento y estigmatización" así como la "compra por pánico", que no se vio con tanta frecuencia en epidemias anteriores, recoge Infobae.

Cuando la Organización Mundial de la Salud anunció la Covid-19 como una pandemia el pasado 11 de marzo, se observaron comportamientos similares en todo el mundo, incluidos Japón, Australia, Italia, España, Reino Unido y Estados Unidos.

Así, por ejemplo, se produjeron incrementos de hasta el 40% en días puntuales en los supermercados de Nueva Zelanda comparados con la misma jornada del año anterior. Cifras impactantes se registraron también en Malasia donde la venta de gel hidroalcohólico creció durante un mes al ritmo del 800% semanal. "La base de este comportamiento es la emoción de miedo. Se desata ante situaciones de descontrol, real o imaginario", indica la psicóloga del Colegio Oficial de Psicológos de Madrid, Timanfaya Hernández.

TRES EXPLICACIONES

A las pocas semanas de la aparición de la nueva enfermedad en China, circularon por todo el mundo rumores engañosos y teorías de conspiración sobre el origen junto con el miedo, el racismo y la compra masiva de mascarillas, todo estrechamente vinculado a las redes sociales. Una particularidad sorprendente de esta crisis es la coincidencia de virología y viralidad: no solo el virus en sí se propagó muy rápidamente, sino también la información —y la desinformación— sobre el brote y, por lo tanto, el pánico que generó entre los ciudadanos.

Los científicos apuntan a diversas explicaciones para un comportamiento así:

1.- Podría ser una manifestación de un conflicto subyacente entre el deseo de mantener rutinas regulares versus la incertidumbre de la duración de la pandemia que limita el acceso a las necesidades diarias, lo que conduce a la ansiedad y la compra de pánico para aliviar el conflicto.

2.- Es una forma de afrontar una situación insatisfecha estresante (con noticias constantes de un número creciente de personas infectadas y muertes en todo el mundo) en la que la supervivencia de uno y la de la comunidad están en juego durante los cierres de fronteras de los países. La respuesta para afrontar estos momentos es, por lo tanto, un acto de preservación de uno mismo y de la familia cuando los alimentos y los suministros diarios están completamente abastecidos, incluso por un breve período de tiempo.

3.- Podría tratarse de una reacción en respuesta a una pérdida de control sobre el futuro y presiones sociales para adaptarse a comportamientos similares. El aumento exponencial de las redes sociales y la conectividad digital desde los brotes anteriores de la pandemia de SARS/MERS, H1N1 alimenta la propagación y el contagio de tales respuestas psicológicas.

"Las formas de mejorar esa 'compra de pánico' implicarían una conciencia de nuestra propia vulnerabilidad y respuesta a las amenazas, aprovechando el potencial de Internet, teléfonos inteligentes y plataformas digitales para transmitir hechos verificables y contrarrestar las noticias falsas sobre la Covid-19, asegurar la adecuación de los suministros diarios y promover apoyo psicológico y social positivo durante esta pandemia", explica Eduard Vieta, uno de los especialistas a cargo del informe.

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