En un escenario marcado por la presión arancelaria, tensiones geopolíticas y fragilidad en las rutas logísticas globales, Lidl ha optado por actuar. En lugar de esperar una estabilización que no llega, el grupo ha rediseñado su modelo logístico para reforzar el control y la eficiencia de su cadena de suministro. Vietnam y Malasia emergen ahora como puntos estratégicos en su red de aprovisionamiento en una maniobra orientada a reducir la exposición a China y garantizar continuidad operativa en el non-food.
De importador a operador logístico: la apuesta estructural de Lidl
Cuando en 2022 el Grupo Schwarz lanzó Tailwind Shipping Lines, su propia naviera, muchos lo vieron como una respuesta puntual a los cuellos de botella postpandemia. Hoy, Tailwind ya gestiona una flota de nueve buques y ocupa el segundo lugar entre las navieras alemanas. Pero su papel ha evolucionado. Tailwind no es un simple proveedor interno, sino el pilar sobre el que Lidl está construyendo una red logística diseñada para resistir el contexto geopolítico actual.
El reciente anuncio de nuevas escalas en Ciudad Ho Chi Minh (Vietnam) y Port Klang (Malasia) marca un punto de inflexión. Hasta ahora, los envíos desde Asia a Europa pasaban principalmente por Bangladesh y Sri Lanka. Pero la designación de Port Klang como nuevo hub regional en lugar de Colombo representa una reestructuración profunda de las rutas. Esta decisión optimiza el flujo entre los centros de producción del Sudeste Asiático y los mercados clave de Europa, especialmente Alemania, Francia y Europa Central.
Vietnam y Malasia: proveedores clave en un momento decisivo
Lidl ha identificado una ventana de oportunidad. Ante el endurecimiento de los aranceles para productos fabricados en China (que en algunos casos llegan al 55%), el retailer está derivando parte de sus compras hacia Vietnam y Malasia, dos países con estructuras industriales competitivas y relaciones comerciales más flexibles. Aunque ambos fueron objeto de aranceles por parte de EE. UU. en abril (24% y 46%, respectivamente), su suspensión temporal hasta julio ha reactivado el interés de grandes compradores europeos.
Esto tiene implicaciones directas para la categoría non-food, que sigue siendo esencial en el modelo de Lidl: productos textiles, hogar, herramientas de temporada y promociones semanales. Parte importante de ese surtido se fabricaba en China. El desplazamiento progresivo de la producción a otros países asiáticos no es una tendencia futura: está ocurriendo ahora.
Reorganización logística con impacto directo en el retail europeo
Lo que Lidl está haciendo no es simplemente "importar desde otros países". Está reconstruyendo su cadena de valor global con una lógica nueva: evitar dependencias críticas, reducir la exposición a los grandes focos de inestabilidad comercial y, sobre todo, mantener un flujo de productos constante hacia su red de más de 12.000 tiendas.
Esto envía un mensaje al sector: la eficiencia ya no se mide solo en costes logísticos, sino en capacidad de anticipar disrupciones y mantener la continuidad operativa. En este nuevo tablero, tener naviera propia, hubs logísticos diversificados y múltiples orígenes de producción no es lujo, es blindaje.
Perspectiva para distribuidores alimentarios
Aunque esta estrategia impacta principalmente al surtido no alimentario, la lectura para el sector de la distribución alimentaria es clara. Controlar la logística se ha vuelto tan importante como gestionar el surtido o negociar precios. Las cadenas que aspiren a mantener su competitividad en Europa no pueden depender exclusivamente de operadores externos ni de rutas saturadas o políticamente frágiles.
La tendencia es clara: rutas propias, hubs descentralizados y proveedores distribuidos en distintos países. Lidl lo está haciendo con visión industrial. Y probablemente no será el último en hacerlo.