Las autoridades europeas se han incautado de productos alimentarios y bebidas falsificadas por valor de 91 millones de euros en operaciones desarrolladas durante 2024 en 29 países, un tipo de piratería que constituye una amenaza creciente con riesgos en la salud de los consumidores.
En concreto, las operaciones permitieron incautar 22.000 toneladas de alimentos y unos 850.000 litros de bebidas (en su mayoría alcohólicas), además de desarticular once redes delictivas y denunciar a 278 personas.
Además de los riesgos para la salud, la Euroagencia ha destacado el impacto negativo que las falsificaciones tienen sobre la economía europea y su patrimonio gastronómico, y ha incidido en que se han detectado alimentos y bebidas fraudulentas con sustancias peligrosas como metanol, mercurio y pesticidas tóxicos.
Aunque los productos pirateados tienden a vincularse con artículos de lujo o la moda, un informe de 2022 ya apuntó que los alimentos, especialmente las galletas, la pasta, las patatas fritas y los dulces, fueron la segunda categoría de productos falsificados en las fronteras exteriores.
CADA VEZ MÁS DIFÍCIL DE DISTINGUIR
La Oficina de la Propiedad Intelectual de la UE (EUIPO) ha advertido de que un reciente estudio de Europol apunta a que el crecimiento del comercio electrónico ha abierto nuevas vías para los falsificadores, que aprovechan estas plataformas online para distribuir productos alimenticios fraudulentos.
Una de las consecuencias es que a los consumidores les resulta cada vez más difícil distinguir entre lo auténtico y lo falsificado debido a que las redes criminales manipulan etiquetas, envases e, incluso, alteran los procesos de fabricación, centrándose en productos de alto valor.
Incluso, los falsificadores suelen reutilizar botellas originales o imprimir etiquetas falsas para colocarlas en botellas vacías, lo que dificulta distinguir entre productos legítimos y fraudulentos.
Por su parte, la Asociación para la Defensa de la Marca (Andema) ha advertido que la falsificación de alimentos y bebidas "no solo es un delito contra la propiedad industrial, sino que además es un delito contra la salud pública".
"En el caso de productos como alimentos o bebidas, las falsificaciones, con su respectiva falta de calidad y de controles de todo tipo, atentan de una forma directa y terrible contra la salud y la seguridad de los consumidores", subraya.