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SECTOR FMCG

El SDDR encara su fase decisiva: "El diálogo con la distribución está siendo muy positivo"

Antonio Romero, gerente de SDDR en Aecoc, destaca el buen entendimiento con el retail y advierte que el sistema afronta en la actualidad "un momento clave de adaptación normativa" en el camino hacia su implantación en 2026.

Publicado: 30/10/2025 ·13:01
Actualizado: 30/10/2025 · 13:09
  • Todos los actores coinciden en el papel crucial que la gran distribución juega para la implantación exitosa del sistema. -

El Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) de envases de bebidas, llamado a transformar la gestión de residuos en España, avanza en una fase crucial. A menos de dos años del horizonte legal de noviembre de 2026, el sector trabaja para construir un modelo viable, adaptado al contexto español y alineado con la normativa europea. "El diálogo con la distribución está siendo muy positivo", asegura a FRS Antonio Romero, gerente de SDDR en Aecoc. "Estamos en un momento clave de adaptación normativa", añade, subrayando que la revisión del Real Decreto de Envases marcará los próximos pasos de un sistema que aspira a convertirse "en el más grande de Europa".

Un cronómetro en marcha con un plazo ajustado

El pasado mes de noviembre de 2024 se puso en marcha el cronómetro de dos años para implantar el SDDR en nuestro país. La Ley de Residuos y el Real Decreto de Envases fijan ese plazo, pero el desafío es considerable: "La experiencia de otros países demuestra que ese plazo es muy ajustado para un sistema de la envergadura del que necesita España", subraya Romero. Por poner cifras, estamos hablando de desplegar un sistema en nuestro país con cerca de 500.000 puntos de venta de bebidas, 20.000 millones de unidades puestas en el mercado, 46 millones de habitantes y más de 95 millones de turistas anuales.

El pasado 1 de julio tuvo lugar la presentación oficial en Madrid de la Asociación SDDR para España.
El pasado 1 de julio tuvo lugar la presentación oficial en Madrid de la Asociación SDDR para España.

Si sumamos los más de 8.000 municipios existentes -el 60% de ellos con menos de 1.000 habitantes-, se acaba por comprender la complejidad técnica y logística que entraña el reto. Por eso, la Asociación SDDR para España aboga por "trabajar en hacer un modelo de éxito sin poner la vista en el calendario, seguir avanzando y dando pasos, pero sin la presión de noviembre de 2026, porque entonces nos equivocaremos y no seremos capaces de desarrollar un modelo eficiente y así lo hemos visto en países con continuos retrasos en la puesta en marcha del modelo".

Una opinión matizada por Miquel Roset, portavoz de Retorna, que recuerda la urgencia de no perder de vista los objetivos: "El sistema va a llegar de forma inexorable. Dos años es un plazo justo, y teniendo en cuenta la urgencia de que se ponga en marcha, hay que procurar cumplir con lo que marca la ley". Roset señala que la experiencia internacional demuestra que, aunque el proceso sea complejo, es factible: "Ya existen 59 regiones en todo el mundo donde se devuelven las latas y las botellas a la tienda y en todas se han superado los retos que supone poner en marcha un sistema de depósito".

Ausencia de un marco jurídico claro, el principal escollo

El gran freno ahora mismo es la falta de un marco jurídico definitivo. "Hasta que no exista un marco jurídico claro y estable, las empresas no pueden avanzar en la inversión y el desarrollo técnico del sistema", explica Romero. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) trabaja en adaptar el Real Decreto de Envases al nuevo Reglamento europeo, que obligará a homogeneizar criterios entre estados miembros.

Romero insiste en que "estamos en un momento clave de adaptación normativa" y que cualquier paso en falso podría comprometer la viabilidad futura del sistema. De hecho, desde Aecoc y la Asociación SDDR para España se defiende la necesidad de priorizar un diseño "eficiente, transparente y universal", por encima del cumplimiento estricto de fechas.

Uno de los grandes avances de los últimos meses ha sido la constitución de la Asociación SDDR para España, una entidad independiente, sin ánimo de lucro y abierta a todos los agentes obligados por la normativa. "Con ello cumplimos lo que marca el Real Decreto y sentamos las bases para diseñar un modelo único y universal", señala Romero. La creación de esta asociación ha permitido establecer un ambiente de trabajo constructivo con la Administración y con todos los sectores implicados -fabricantes, distribuidores, hostelería y pequeño comercio-, sentando "un clima de confianza que será clave para el éxito del sistema", destaca el gerente de SDDR en Aecoc.

Distribución: compromiso y flexibilidad

Si hay un punto en el que coinciden todos los actores es en el papel crucial del comercio, especialmente de la gran distribución: "El diálogo con la distribución está siendo muy positivo", afirma Romero. "Los supermercados han mostrado su compromiso con el proyecto, entendiendo que el SDDR será una herramienta clave para mejorar las tasas de recogida y avanzar en la sostenibilidad del país".

El principal reto, añade, será garantizar una red de recogida eficiente que se adapte a las peculiaridades de cada territorio. Es por ello que habrá que analizar modelos flexibles para identificar establecimientos interesados en colaborar en el modelo: "No debemos perder de vista la apuesta constante que desde el sector de la distribución siempre han mantenido con la sostenibilidad", apuntan en la Asociación SDDR.

Desde Retorna, Roset coincide en que la distribución y la industria envasadora serán un eslabón esencial: "Son responsables de cumplir con los objetivos y poner en marcha el sistema según lo establecido por ley y de manera adecuada para todos. Nos consta que están trabajando en cómo ponerse de acuerdo para gestionar el sistema", señala. En su opinión, el sistema debe diseñarse "para que sea cómodo y todas las personas puedan participar", lo que implica garantizar la accesibilidad tanto en ciudades como en zonas rurales o turísticas.

Puntos de retorno: un modelo híbrido

El diseño operativo del sistema es otro de los grandes desafíos y, en ese sentido, los integrantes de la Asociación SDDR para España aseguran estar visitando los distintos modelos existentes en Europa y analizando las alternativas "que nos permitan un acceso justo, suficiente y eficiente para el cumplimiento de los objetivos de recogida separada en 2029".

Lo que parece claro es que, con su diversidad geográfica y demográfica, España requerirá un modelo flexible: "Habrá que diseñar un modelo híbrido que combine puntos de retorno automáticos -a través de máquinas- y manuales, adaptado a las características de cada zona", sostiene Romero.

Las áreas urbanas y de alta densidad turística contarán con mayor concentración de puntos de retorno, puesto que en dichas zonas habrá un mayor consumo de envases adheridos al sistema, mientras que en entornos rurales o municipios pequeños "será preciso buscar la solución para que el modelo cuente con una operativa eficiente". El objetivo es que cualquier ciudadano, viva donde viva, tenga un punto de retorno cercano. "Queremos asegurar cobertura, accesibilidad y comodidad", enfatiza Romero.

El sistema en España apostará por un modelo híbrido que combine puntos de retorno automáticos y manuales, adaptado a las características de cada zona.
El sistema en España apostará por un modelo híbrido que combine puntos de retorno automáticos y manuales.

Roset añade al respecto que la clave será mantener el equilibrio entre eficacia y conveniencia: "Lo importante es que los sistemas gestionen de forma eficaz y eficiente los envases de bebidas y que resulten convenientes para todos los agentes involucrados: desde el consumidor hasta la distribución, los envasadores y los recicladores".

En este punto, la facilidad de uso por parte de los consumidores se perfila como un factor determinante. La experiencia de países como Polonia demuestra que la comodidad y el hábito son esenciales para lograr una adopción masiva. Allí, a pesar de que el sistema de depósito apenas ha entrado en vigor -lo hizo el pasado 1 de octubre-, el 12% de los consumidores ya afirma haberlo utilizado, según un reciente estudio, aunque aún no funciona plenamente.

Sin embargo, el mismo análisis muestra que la falta de puntos accesibles y la incomodidad de devolver los envases explican buena parte del escepticismo inicial. Como advierte Robert Biegaj, coautor del informe de Shopfully, "la comodidad de uso es fundamental: la disponibilidad y señalización clara de los puntos de recogida son de gran importancia". Una lección útil para el modelo español, que deberá conjugar eficiencia técnica con sencillez y hábito cotidiano.

Coste y financiación, sin cifras concretas

Aunque los primeros estudios apuntaban a un coste de implantación superior a 600 M€, Romero aclara en que "todavía es pronto para ofrecer una cifra concreta". "Estamos iniciando el análisis del modelo de SDDR que necesita nuestro país, teniendo en cuenta los condicionantes normativos", explica.

Lo que sí está claro es que el sistema exigirá una fuerte inversión inicial: "Se trata de un modelo con un coste elevado para todos los agentes obligados, pero hay que tener en cuenta también que el riesgo de implantarlo de forma precipitada podría tener un coste aún mayor", advierte el gerente de SDDR en Aecoc. El equilibrio financiero dependerá también del valor del material recuperado, la eficiencia del sistema logístico y la colaboración de los consumidores.

El consumidor: del incentivo a la garantía

Uno de los elementos más visibles del SDDR será el depósito que los ciudadanos pagarán al comprar bebidas y recuperarán al devolver los envases. "El depósito no debe entenderse como un incentivo, sino como una garantía”, explica Romero. "El consumidor paga una pequeña cantidad al comprar la bebida y la recupera íntegramente al devolver el envase. La clave está en que el proceso sea sencillo y transparente".

La legislación española fija un mínimo de 10 céntimos por envase, aunque la cifra definitiva dependerá del análisis técnico y económico que realice la futura entidad gestora: "Todavía no se ha preguntado al consumidor, pero es evidente que un depósito en determinados productos podría tener un impacto en sus hábitos de consumo", reconoce Romero.

Roset, sin embargo, se muestra optimista respecto a la aceptación ciudadana: "El consumidor debe estar bien informado, pero la experiencia muestra que las personas enseguida entienden su funcionamiento y participan del sistema porque lo ven como un avance", afirma. "Ocho de cada diez personas, de media, lo consideran una medida positiva", añade, citando más de 200 encuestas internacionales que ratifican la buena acogida del modelo.

Qué envases incluirá el sistema

Otro debate abierto es la definición de los envases incluidos. La normativa española prevé incorporar los de plástico, metal y cartón para bebidas, excluyendo los lácteos. Esta última exclusión genera "cierta discrepancia con la normativa europea, que no contempla el cartón para bebidas dentro del ámbito del SDDR", señala Romero.

En este sentido, la Asociación SDDR aboga por un modelo coherente con el europeo "para no confundir al consumidor ni distorsionar el sistema". "La definición final deberá atender a criterios técnicos, medioambientales y de armonización normativa", apunta.

En este contexto, el caso alemán ofrece otra lección útil. A pesar de su consolidada trayectoria, Alemania sigue afrontando anomalías operativas, como el fenómeno del Pfandschlupf, es decir, los depósitos no reclamados. Según la normativa, los minoristas deben aceptar todas las latas de bebidas, independientemente de la marca, pero los sistemas automáticos de devolución a menudo rechazan envases dañados o sin código de barras legible.

El caso alemán ofrece una lección útil sobre la necesidad de diseñar sistemas inclusivos, interoperables y controlados.
El caso alemán ofrece una lección útil sobre la necesidad de diseñar sistemas inclusivos, interoperables y controlados. Foto: Rewe

El resultado: millones de depósitos no devueltos al consumidor que, acumulados, generan beneficios ocultos para fabricantes y retailers por valor de cientos de millones de euros al año. Una advertencia sobre la necesidad de diseñar sistemas inclusivos, interoperables y controlados, que garanticen la transparencia y eviten distorsiones económicas.

Un modelo propio para un país diverso

Romero insiste en que "España no puede copiar otros modelos". "Cada país cuenta con un contexto geográfico, social y comercial propio que condiciona el diseño de su sistema", explica. "Nuestras particularidades -como la elevada dispersión territorial, el peso del turismo, la estructura comercial fragmentada y el elevado número de puntos de venta- requieren un enfoque adaptado a nuestra realidad".

Eso no significa ignorar las experiencias ajenas. "Existen buenas prácticas que podemos aprovechar, especialmente en ámbitos como la trazabilidad, la transparencia y la aplicación de tecnología", reconoce. El objetivo, resume, es "diseñar un sistema flexible, eficiente y ajustado a las particularidades de nuestro país, que tenga en cuenta tanto al consumidor como al pequeño comercio".

Horizonte 2030: del residuo a la cultura circular

A medio plazo, la meta es alcanzar en 2029 una tasa del 90% de recogida separada de envases de bebidas de un solo uso, en línea con los objetivos de la UE. Pero el impacto va más allá de las cifras. "El SDDR debe contribuir a impulsar un cambio cultural y medioambiental en la sociedad española", afirma Romero. "Se trata de construir un modelo de país más sostenible, moderno y comprometido con su entorno".

En esa línea, Roset comparte la visión de que el sistema será "un catalizador de cambio", ya que "el Sistema de Depósito no solo mejora las tasas de recogida, sino que reduce el abandono de latas, botellas y briks en el entorno, fomentando un consumo más responsable", asegura.

Tanto desde Aecoc como desde Retorna se coincide en que el éxito del SDDR dependerá de la cooperación entre todos los actores implicados: "El diseño operativo implica coordinar a múltiples actores -fabricantes, distribuidores, comercio, hostelería- y garantizar la participación efectiva de los consumidores", recuerda Romero.

El reto, en definitiva, no es solo técnico o logístico, sino cultural y social. "El sistema va a llegar de forma inexorable", insiste Roset. "Y cuando lo haga, será una oportunidad para demostrar que España puede liderar la transición hacia un modelo circular, eficiente y sostenible".

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