Coca-Cola busca con urgencia una salida de Costa Coffee, la segunda cadena de cafeterías del mundo por número de establecimientos —sólo por detrás de Starbucks—, que saldará más que probablemente con abultadas pérdidas.
Según Financial Times, el grupo está en conversaciones desde el pasado fin de semana con el fondo de inversión TDR Capital para tratar de salvar una operación que se ha atascado por razones de precio y que podría incluso quedar en suspenso.
La multinacional de refrescos aspira a obtener en torno a 2.000 millones de libras por Costa, aproximadamente la mitad de los 3.900 millones que pagó en 2018 a Whitbread por la cadena. El proyecto de Coca-Cola consiste en conservar una participación minoritaria que podría variar de tamaño para ajustarse a las demandas del comprador, según personas cercanas al proceso citadas por el diario británico.
La crítica situación de la cadena de cafeterías explica la urgencia por cerrar la operación cuanto antes. Costa no ha logrado cumplir expectativas y ha perdido cuota de mercado frente a operadores independientes y cadenas de gran volumen como Greggs, en un contexto de fuerte presión de costes —desde el café hasta los salarios— que ha lastrado su rentabilidad. En 2023, la enseña registró pérdidas por valor de 13,8 millones de libras sobre una facturación de 1.200 millones.
TDR Capital, dueño de la cadena de supermercados Asda y accionista del negocio de estaciones de servicio EG Group, ambiciona con hacerse con el negocio de Costa en Reino Unido y el extranjero, a excepción de China. En la puja también han participado Bain Capital y Centurium Capital. Apollo y KKR, que participaron en primera instancia, se han retirado en los últimos meses, según Financial Times.
La potencial desinversión coincide con un relevo en la cúpula del grupo. Coca-Cola anunció el pasado 11 de diciembre que su consejero delegado, James Quincey, será sustituido en marzo por el actual director de Operaciones, Henrique Braun. En julio, el propio Quincey reconoció ante la prensa que Costa "no había cumplido".
El desenlace de la venta marcará el cierre —al menos parcial— de una de las incursiones más ambiciosas de Coca-Cola fuera de la categoría de Bebidas, y pone de relieve hasta qué punto es difícil para un outsider triunfar en un sector como la hostelería.