No todos los días uno tiene el privilegio, en una misma jornada del Congreso de Aecoc, de asistir a un cara a cara entre los primeros espadas de Mercadona y Lidl, número uno y tres del food retail español. Un cartel de auténtico relumbrón.
Juan Roig salió a la pista con la confianza del que sabe que juega en casa, en el recién estrenado Roig Arena. Un visionario que presume de ir contracorriente y que está dispuesto a luchar como un gladiador para satisfacer al cliente, al empleado, al proveedor, a la sociedad en su conjunto y al capital. Su mensaje central fue de alto calado: "Un empresario debe mostrarse públicamente orgulloso de pagar impuestos y, por supuesto, de tener beneficios, aunque ganar dinero como único propósito no es saludable”.
Por su parte, debutó como visitante Claus Grande, ese “gran” desconocido para la mayor parte del sector. Sorprendió con su lisonja hacia el anfitrión y su intervención, escasa en aportaciones de interés para los asistentes, contrastó con la metralleta de ideas y la energía inspiradora que desplegó Roig, que estuvo acompañado de un PowerPoint deliberadamente vintage, como recordando que sus ideas ya estaban en esas “filminas” de los años 90.
El presidente de Mercadona, gran comunicador a pesar de lo poco que se prodiga, hizo gala de su real —y habitual— campechanía, esa mezcla de espontaneidad y descaro que le permite salirse del guión, bien bromeando con quienes le rodean, al citar por ejemplo a su “amigo” proveedor Josep Tarradellas, poco partidario de “salir del armario” empresarial, o bien informando de los 60 millones que guarda Aecoc en el banco, “aunque me han dicho que no lo diga”. Me habría gustado ver la cara del bueno de José María Bonmatí en ese justo momento.
En opinión del que escribe estas líneas, los empresarios deberíamos reivindicar sin complejos el hecho de ganar dinero y mostrarlo con naturalidad en un país donde la envidia es el pecado capital por excelencia. Roig, con su desparpajo habitual, incluso los invitó a “salir del armario”. Y por supuesto exhibió la “filmina” de una puerta vintage (“no de Ikea”). La metáfora, provocadora y brillante, me recordó a un orgulloso Boris Izaguirre abriéndose paso en televisión de los años 90 y desafiando tabúes profundamente arraigados, dejando patente que, a veces, romper moldes es la única manera de avanzar colectivamente.
En definitiva, Juan Roig se mostró como ese escultor capaz de ver la figura oculta en un bloque de piedra recién salido de la cantera. Uno sale con ideas, con ganas de trascender las normas básicas del negocio, y con la sensación de que ha merecido la pena asistir al Congreso de Aecoc.
Por otro lado, y como contrapunto, he de confesar que llevaba varios meses preguntando a algunos de los principales ejecutivos del retail si habían visto alguna vez con sus propios ojos a Claus Grande. Algunos nunca lo habían visto en persona; otros ni siquiera sabían quién era… Y estoy hablando del Top 10 del retail... No me sorprende: yo mismo había llegado a dudar de su existencia. Sin embargo, este Congreso de Aecoc me sirvió para confirmar lo equivocado que estaba.
Su intervención, eso sí, dejó frío al auditorio, como un aire acondicionado que nadie pidió. Se limitó a ensalzar la contribución del retailer alemán a la economía española, sin aportar nada que realmente inspirara a los 1.400 congresistas -récord de participación-. ¿Qué visión tiene Lidl del negocio? ¿Cómo afronta los retos del sector? ¿Qué estrategia le permite competir con Mercadona y crecer en España?
¿Por qué tan poca ambición en un escenario tan grande?
Alejada de esta desigual pelea de gallos, no podría dejar de destacar la intervención de Rosa Carabel, directora general de Eroski. Con claridad y convicción, recordó que las mujeres están en el sector por su talento y esfuerzo, y que su liderazgo es un motor de innovación y cambio. Una participación que dejó claro que el futuro del gran consumo no entiende de cuotas, sino de capacidad y determinación.
Enhorabuena al movimiento I’m Women – Consumer Goods, la nueva asociación que busca visibilizar el talento femenino y que luchará por que más mujeres accedan a puestos directivos en un sector todavía dominado por hombres.
A pesar de que “el jefe” sea mayoritariamente “la jefa”. Y quienes le atienden en el supermercado mayoritariamente también sean mujeres.
Carlos Azofra, editor de FRS
